No te la puedo creer, Róber. Y nada, que no voy a poder ver el partido. No, boludo. La conchuda de Marta, mi ex mujer, que al final no quiere traer la perra; eso pasa. Mirá, resulta que cuando fue el partido con Nigeria de pedo me asomé a la ventana y vi perros garchando acá en la vereda. Pará, dejá que termine. Cuando jugamos contra Corea lo miré en lo de mi cuñado, y a que no sabés lo que vi justito cuando entraba a la casa. Un perro que parece que se había colado al jardín de al lado y se empomaba a la perrita; justito bajé del auto y lo vi. ¿Me entendés ahora? Perros garchando es la cábala, Róber. No, no vi el partido con Grecia, loco. Fijáte que como no me crucé perros garchando no lo miré; por eso ganamos. Y nada, qué va a pasar. Mirá, ahí en el patio tenés el perro que me conseguí para hoy. No sé, boludo, lo encontré en la calle; está medio rasposo pero re tira. Y bueno, la cosa es que Marta tiene la perrita en celo y le dije que me la prestara para poder ver el partido con los mejicanos putos, pero al final la muy ortiba arrugó, che. Decime de dónde saco ahora, a media hora del partido, perros garchando. Y… me dijo que cómo me iba a prestar la perrita, que no la iba a dejar cojer con cualquiera, que mirá si tiene sida el perro… no sé cuánta boludez me dijo. Imagináte, Róber, un perro con sida, ¿dónde la viste? Estamos todos locos.
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