Analizando el pasaje bíblico de Marcos 12:30:
“Con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” el común de estos tres mandatos es CON TODO, en otras palabras nos manda a entregarnos por entero, completamente, sin dejar espacio vacío o lugar a otra cosa que no sea Dios.
Otro común en estos mandatos es a quien debemos obedecer en el cumplimiento de estas órdenes, a donde va dirigido, cual debe ser el eje central a donde van a parar: solo a Dios. No puede haber otro centro en nuestra vida que absorba nuestro corazón, nuestra alma o nuestra mente.
Aparentemente la clave del éxito para llegar a la meta celestial es entregarnos completamente a Dios, con el corazón, con nuestra alma, con nuestra mente y hay una cuarta: con todas nuestras fuerzas, esto en sus conjunto representa todo nuestro ser (espíritu, alma y cuerpo).
Este tipo de relación con Dios ayuda al creyente mantenerse firme y le impide caer (a pesar de estar en este mundo controlado por el maligno), no porque es fuerte, sino porque es sabio y se ha entregado por completo al Señor el cual toma dominio y control de su vida.
Una interrogante muy importante es la siguiente:
¿Cómo logramos eso en nuestra vida?
Es una simple disposición de nuestra parte, una decisión de entregarnos por completo a nuestro creador, volcando todas nuestras fuerzas hacia el creador, disponiendo toda nuestra mente y mandando a nuestra alma para que nuestro espíritu este completamente en Dios, lo demás lo hará nuestro Señor quien es TODO PODEROSO.
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