Estaba Respeto en una actitud poco habitual, sentado con desgano en el banco de una plaza. Ella, la Plaza, que dominaba toda la escena y permitía estas y otras irregularidades, como las fechorías de los hermanos Hurto y Robo y, mas allá, las provocaciones de Besos y Deseos, no se inmutó cuando la estirada señora Dogma caminó en línea recta hacia Respeto, le dio una bofetada y lo increpó públicamente.
-¡Cómo te atreves a estar así, tan blando, flojo! –le dijo- ¿Acaso no sabes quién eres?.
- Es que me canso, ya nadie me aprecia -respondió desganado Respeto- , a veces me gustaría ser otro, me gustaría ser como Moderno, él si que debe ser feliz.
- ¡Estúpido! -replicó la imponente dama- , no ves que ese Moderno no tiene personalidad propia, es un sujeto adaptable a cualquier situación, sin identidad, un traje bonito que se ve bien solo cuando está puesto en alguien, pobre, deberías compadecerlo, siempre acompañado de Canto, Poesía y Pintura, esas mujerzuelas estrafalarias.
Respeto se dobló aún mas y pensó que el único ser verdaderamente admirable era Equilibrio, pero al ver a su prima Igualdad siendo engatusada por el irresistible caballero don Dinero, quedó más triste que antes, y maldijo el día en que vino al mundo, y maldijo a Tolerancia, su madre, y a su padre don Humilde, que ya hacía años se habían ido a vivir lejos de la ciudad.
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