Emanando tu esencia en el velo de un absurdo,
He visto a cuánto asciende la ambrosía de tus labios...
Y solo soy un espectro perdido en tus recuerdos, actuales, pasados, infinitos e infinitesimales,
y bendigo mi vida miserable por haber obtenido un poco de la luz de tu mirada, en mi...

Siempre en mi...

Entre árboles, sol y lluvia, entre oscuridad y epifanías,
te tengo entre mis brazos, te tengo entre mis labios
y me declaro seguidor de tu perpetua imagen,
perdida entre el corazón de mi casa en el aire.

Decir que te amo ya es cosa de niños,
decir que te tengo ya es una mera redundancia...
Pero ¿De qué otra forma podría expresar lo que siento
si a Cervantes o a Neruda no le alcanzarían las palabras?

He vivido una vida... pero he muerto ya tantas veces... Pero renacer...

Eso es un lujo que solo aquellos seguidores de Atenea podrían tan siquiera mencionar,
como un murmullo perdido entre la más loca de sus fantasías...

He visto la luz de nuevo y mis ojos me han dolido de nuevo.
Como un bebé he llorado por mi mundo reconstruido, visto con ojos de ángel caído.

No puedo aspirar a más y me siento feliz por ello...

(en colaboración con Leonardo Esteban Montoya)