Me vestía rápido par no perder más tiempo, sabía que de todas formas iba atrasado a donde quiera que fuese mi destino. Tomé los papeles, la billetera, las llaves, la música y el móvil. El día estaba raro, cerré la puerta despidiéndome de mamá. Le dije que volvería tarde. La caminata duró bastante; constante el paso seguía y el cansancio aumentaba. Llegué a ese extremo del puerto, ese que tanto me gusta visitar. Saqué mi billetera, tomé 100 pesos y coloqué la moneda en la ranura. Miré a lo lejos, al mar, a los cerros, estúpidamente intentaba encontrarte. 60 segundos de deleite y le siguió una eternidad. Estabas ahí.