"No solo tuve una buena familia, tuve la mejor..."
Ya son casi dos años extrañando el sonido de tu voz, contándome de tus recuerdos…
- Cuando me casé solo mi abuela Mariana estuvo allí, mis papás no quisieron saber nada porque Jaya era muy pobre. Además el tenía una hija chica llamada Consuelo, no podían aceptar que su hija se fuera con alguien así. La época, las costumbres, ¡era grandísimo pecado el mío! Pero la mamita Mariana solo quería verme feliz, yo sabía podía ser candidata para un matrimonio arreglado, para una vida con mayores comodidades, pero elegí ser pobre…
- Y qué pasó luego mamá, ¿te acuerdas?
- … ¡Ja, ja, ja! ¡Virgen María! ¡Tus manos están frías cholita!
- Sí Marce, ¡parece que nunca caliento! Dime ¿te acuerdas de mí?
- No, no me acuerdo - dice apenada
- ¡No importa! (le sonrío y beso sus manos) Sígueme contando, ¿cómo se llamaba tu mamá?
Marcelina no abandona mis manos, me regala su calor, me hereda sus recuerdos. De cuando en cuando sus dedos se acomodan sobre mi brazo y mientras evoca su pasado intenta sacar las bolitas que se han formado sobre mi chompa de lana.
Noventa años pesando sobre su mente cansada hacen que los recuerdos tarden un poco más en volver…
- Se llamaba Benita Saravia y nosotros vivíamos allá por…
Eran escasas las noches como esta, por eso pretendía no perder ningún detalle. Deseaba, intensamente, poder ser parte de sus historias, pero el alzhéimer atacó su memoria antes de que yo empezara a recopilar recuerdos, y tras algún tiempo de azotes a su pasado más cercano, ella terminó por borrarnos de su presente.
- ¿Y recuerdas como se llamaba tu abuelo?
- No, – dice con acento triste – no me acuerdo…
Duele Marce, duele mucho que no recuerdes ni quien soy. Pero ver todo el esfuerzo que haces por recuperar aquel pasado que se te extravió, me demuestra que no tienes miedo ni de las sombras que se llevan tu memoria.
- Gloria, ya es hora de darle sus medicinas, Marce esta muy acelerada, lleva una noche sin dormir y eso para ella no es un buen síntoma.
- Sí, ya ahorita me despido. Marce, cuídate, ya me voy. – le digo acariciando su hermoso cabello blanco.
- ¿Dónde vas? – pregunta ella
- Voy a ver a mi mamá. Pero mañana en la noche vengo. ¡Te quiero mucho!
- ¿Qué día es hoy?
Me gusta refundirme en medio de todos estos recuerdos. En medio de tu delicadeza, de tu entrega.
A pesar de toda esa ausencia que envuelve la casa, es bueno poder invadir tu silla vacía y volver...
- Marce, Marce, ¿cómo se llama esta planta?
- Esta planta es de ciruelas y mira, ya están maduras. ¿Quieres una?
- Sí, sí quiero mamá...
Y tu sombrero de junco, paralizaba el sol...
Hace ya muchos meses que alguien dijo que te habías ido, pero yo no te he olvidado...
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