Ya es de noche, y hasta ahora me doy cuenta que mis mounstros se han quedado dormidos… Todos menos uno, que anda bailando solo. Parece que la siesta no es lo suyo. Brinca muy alto y luego se deja caer en el reflejo de la luna en el agua, salpicando todo de color naranja. Corre de un lado a otro aullando y se desliza sobre sus rodillas.

Lo estuve observando en la noche, sonreía de un modo insano, haciéndoles travesuras a los demás que dormían. A uno hasta le rapó la cola. Cómo se moría de risa. Después, estuvo lanzándole piedras al río de miel que brota desde lo alto de la montaña. Y luego estuvo quemando palitos aromáticos en la fogata que se hace todas las noches antes de dormir.

Me cansé de ver al monito este y estuve pensando largo rato en ti, te veía con tu bata de ositos jugando con los niños, cuidándoles sus carritos y dándoles besos cuando se iban. Te veía sonriendo y comiendo dulces. Veía tu sonrisa del tamaño del cielo entero y tus ojos que le daban luz. Parecía como una película… El mounstro estaba sentado en una piedra, con los codos en las rodillas y la cara entre sus manos, poniendo atención a todo lo que yo estaba pensando, con su sonrisa insana y los ojos enamorados…