Cuando escribes se enciende una estrella y tu vida es un salto de alegría.
La rutina desaparece en mitad de una sonrisa amplia y serena.
Comienzas desde la nada para abrir a las ventanas.
Tu cuerpo se aleja del vacío para repartir los alimentos que ingiere el alma.
Con la mirada sólo puesta en los versos disculpas al olvido, hasta a la ingratitud.
Mientras tanto, crujen misteriosas las palabras escritas.
Entonces vives y hasta existes como si poseyeras alas y vuelas sin temor a lugares no conocidos.
Luego cantas porque sucedió.
Texto agregado el 22-06-2010, y leído por 220
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