No hay mas tormento para un corazón solitario, que el encontrarse con un amor añorado, un corazón que ha latido casi sin fuerza, tratando de pedirle a las estrellas un momento solitario... un momento de destellos fugacez, en donde se piden simplemente deseos, deseos de vida, deseos de sangre, deseos amados de ser reales... al fin y al cabo solo deseos...
No he nacido poeta y me tiembla la mano al escribir versos dislocados entre risas de cantina y musicales de teatro, entre tazas de café frío y humaredas de cigarrillos por acabarse, entre bálsamos de cebada que traspasan la garganta y llegan al alma para sacarla de su sueño profundo... no es de sabios saber que el amor, es la enfermedad mas cruel que existe sobre el planeta... no es de sabios saber, que hasta la última gota de hiel que el veneno del amor empozoña la mente del amante, es parte zizañosa de un deseo divino que lleva al éxtasis la piel para después devolverla a los avernos y mostrarle su insignificancia, su humillación...
La fiebre me ha cegado incesante, el verano ha resurgido en mis deseos mas bajos y este fuego que me quema las entrañas me hacen ver con gran pesar que estoy enamorada... sí... tristemente embelesada... nauseabunda y cabizbaja me he permitido sentir una vez mas tan solo para caer en la cuenta, que ésta, ha sido la estocada final... el último crepusculo de mis treinta, el remate de mi aliento, el finiquito a mi cordura... la que quedaba... la demás la dejé en los versos... ¿de qué hablo?... ¿de versos?... ¿es que acaso no he dicho antes que jamás he sido poetiza?, ¿que las rimas y la métrica no nacieron conmigo?... sí, ese ha sido el punto de mi perdición, el amor a la pluma y el papiro, el desear ser de las letras el amante nocturno, me han hecho perder la paciencia y me sentido un magnate y osado de mi brío para hacer mía su sabia y resquebrajar a la musa hasta el cansancio ¿para que?... para escribir migajas... de éstos, mis excesos. |