Abro los ojos y estas en frente de mí... Tus manos escondidas en tu espalda, me dices que tienes una sorpresa para mí y sonrío como un niño. El sabor a hierro en mi boca me trae recuerdos. Con mi lengua jugueteo con un par de muelas flojas... Escupo y un chorro de saliva con sangre manchan una camisa roja... Un flash-back que me hace sonreír me muestra en frente de un espejo poniéndome mi mejor camisa blanca.
Si de igual forma me mostrarás lo que tienes escondido detrás de ti, no me preguntes si lo quiero ver o no. Sabes que nunca me gustaron las sorpresas y sé que después de hoy lo más seguro es que eso no cambie.
Pido ser soltado y sólo se me responde con silencio y con un par de ojos que con vida propia me dicen que hablando solo empeoraré las cosas. Par de estrellas que alguna vez me convirtieron en un tonto demente.
Como a 1000 kilómetros por hora veo algo brillante y total oscuridad. Casi me ahogo con las muelas que tanto lucharon aferrándose a la vida, agarradas del borde de un acantilado les diste el último empujón para ayudarlas a soltarse y caer al vacío.
Abro los ojos, superficie plana con mucho polvo, de no tener mi nariz llena de sangre coagulada estornudaría, mis ojos escanean torpemente hasta llegar a un par de zapatos, luego con dificultad suben por un par de piernas bien formadas, caderas, torso, senos, cuello, miedo, mucho miedo, barbilla, jugosos labios, hermosa nariz, escalofríos, ojos. Nada peor que cuando ojos se enfrentan a ojos. Cierro los míos y una tonta canción viene a mi mente sin pensarlo comienzo a cantar. Algo acerca de un joven que se despide de su madre porque va a la guerra. Mente en blanco que se apaga lentamente.