Y pensar que todo era tan cristalino… Por la mañana yo regaba las flores con agua de manantial para que se vieran bellas, Y en la tarde ya estaban muertas. Es el grito de la soledad que las asusta y las mata, ¡Pon tu mano en mi cosecha para fertilizar la tierra que nos da de comer!
Texto agregado el 20-06-2010, y leído por 199 visitantes. (7 votos)