La paloma vio nacer el día en calma y analizó la ciudad. El ave tiene las alas grises con algunas manchas blancas y el pecho oscuro, los ojos siempre al frente y la altivez característica. La plaza no es un mal lugar para vivir. Las personas caminan en lentas y penosas procesiones espontáneas que forman parte indispensable del paisaje.
La paloma extiende las alas y emprende su vuelo rutinario, quizá hoy no tenga que preocuparse por alimento, quizá la ciudad provea milagrosamente. Mucho más abajo, a unas decenas de metros, sí hay seres que se matan entre ellos por un poco de comida, ella no, ella está al margen de ese tipo de situaciones que tanto tienen que ver con hombres y tan poco con palomas.
Bajo su vientre pasan vidas, avenidas, calles, lágrimas, prisas. Pero ella vuela sólida y liviana al mismo tiempo que ellas, en las alturas no importa nada de eso. De pronto, el camino ya no está libre, un grupo de pequeñas aves aparece al frente suyo, a unos cien metros, la paloma prefiere cambiar el rumbo y disminuye la altura. Se acerca a la densa ciudad. Le da curiosidad y decide acercarse más.
El niño corre velozmente y cae; medita un poco con las manos y las rodillas en el suelo antes de levantarse pero finalmente se incorpora. Sus ojos se llenan de lágrimas que no llegan a salir al exterior. No debe llorar. Su padre está a pocos metros de él y le ha dicho que los hombres no lloran. Hoy no ha vendido ni una golosina en la avenida y no está de humor para soportar que su hijo llore. Ambos lo saben y solo atinan a mirarse con complacencia mientras la paloma pasa volando sobre sus cabezas, aterriza un poco más allá y al acercarse el niño, vuelve a salir volando. Un suspiro y a seguir la lucha por supervivir.
Tal vez no sea fácil definir el problema, pero el Audi A6 negro de Alonso no funciona y tiene que arreglarlo inmediatamente, pues la reserva en el restaurante no debe perderse. Ha llamado mil veces a auxilio mecánico y aun no llegan, y con la barbaridad que cobran. No puede creer la ineficacia de todos los servicios en este país. ¿por qué no habrá nacido en Europa? ¿O en un país libre de ineptos e incapaces? Piensa seriamente en cancelar su cuenta con la aseguradora. ¿Qué pensará la gente del vecindario? La ira se acumula en la parte central de su cráneo. Siente que va a reventar, está a punto de perder la reserva. La paloma llega y da algunas vueltas alrededor del auto, analiza.
Esto ha hecho que Alonso explote: recoge violento una piedra y la arroja contra la paloma. Afortunadamente, su puntería es pésima. Pero la paloma sabe que es mejor retirarse y emprende otra vez su tranquilo vuelo. Cruza de nuevo la ciudad, esta vez en sentido contrario, el tímido sol de invierno no ha logrado calentar el aire. Es mejor guarecerse. Esta plaza es nueva. Da algunas vueltas al despintado balcón azul de madera y se posa en él.
|