Entró a la sala y vio que la familia entera estaba reunida, desde el abuelo hasta el nieto, el bebé de un mes de nacido que se mecía entre los brazos de su madre. Se le ocurrió que era un buen momento para entrar y hacer sus chistosas gracias y recibir unas cuantas caricias de sus amos. Vio por la ventana lo que por afuera sucedía, estaba lloviendo fuertemente y parecía que no fuera a detenerse la torrencial lluvia. Preveía un largo rato con su familia jugando o con la pelota de hule especialmente comprada para él o con el hueso chillón que heredó del perro anterior.
Entró campante, moviendo su pequeña cola de un lado a otro y fue visto de inmediato por todos, excepto el bebé, el antiguo regocijo de la familia, pues al aparecer el cachorro, todos dejaron de ver al pequeño humano y se enternecieron al ver jugar al cachorro.
— ¡Míralo, es tan tierno y juguetón! — dijo la abuela
— Lo es, tiene apenas un mes de nacido, igual que mi bebé — contestó el papá.
— ¿Y qué ha pasado con el perro anterior? — dijo la tía.
— ¿Cuál anterior? — preguntó la mamá
— El anterior, el que nació al mismo tiempo que mi nieta, la pequeña Sofía de tres años —dijo el abuelo señalando a la niña que jugaba con el cachorro.
— ¡Hablas de Cofee! El ya murió
— ¿Pero cómo, si se veía tan sano? — dijo el tío
— Es que nunca quiso comer y murió a los tres meses — contestó la mamá
— Si, el pobre animal, a pesar de ser tan alegre y juguetón como este, nunca quiso comer, ¡Miren! Ahí está todavía la bolsa de comida para perro aún cerrada, nunca fue abierta. — dijo el padre
— ¿Cerrada? — se escuchó el susurro de todos y después hubo un silencio, miraron todos juntos al perrito y se echaron a reír, mientras el perrito jugaba sin imaginarse, ni siquiera un poco en lo crueles que eran esas personas, que ya llevaba un mes de nacido y que solo le faltaban dos. ¿Quién sabe si al bebé le faltaba el mismo tiempo? |