Sí. Innumeradas veces maldije
mi vientre promiscuo, mi
fertilidad en ayunas, mi
femenina boca de pliegues
irresolutos. Innumeradas veces,
incontables segundos de mi
parsimoniosa vida.

Yo maldije cada crucifijo dentro
de mi cuerpo, golpeé con
rabia mi abdomen grávido con
las manos amoratadas por el frío,
con cucharillas de helado
aprendí a hurgar mi
útero mórbido, mi fiel casta
de mujer cayó por lo bajo
a un bote de basura.

Y recé, cuando las serpientes
cubrieron mi cadáver, por cada
pequeño ser que mis
labios mordaces destruyeron.