TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / dosenlaciudad / Crónicas de una mujer infiel VII (1.70)

[C:456371]

Siempre he sentido cierto rechazo hacia los hombres bajitos, basta con que midan 5cm más que yo para considerarlos pequeños.

En una despedida de soltera que yo misma organicé, todas las asistentes comenzaron a hablar de lo que supongo se habla en una despedida de soltera: hombres. Que si son casados es mejor, que los fornidos, los gorditos, los peludos, los europeos, los maduros, los musculosos, los morenos… hasta que llegamos a los chaparritos. Una mujer divorciada, de aproximadamente 40 años, y una amplia experiencia aseguró que los chaparritos son magníficos amantes. Yo pensé que si lo decía una mujer con un largo tramo de vida recorrido, debía ser verdad.

Rompí esa predisposición mía hacia los hombres de baja estatura y me propuse darle una oportunidad al sujeto de 1.70m que acababa de conocer. Nos vimos en un café como siempre en mis primeras citas, y él llegó antes que yo como nunca sucedió, ni sucedería en ninguna otra cita. Al llegar no pude evitar fijar mi vista en sus pies que apenas tocaban el piso, intenté ignorar tal detalle y me senté frente a él. Una conversación que transcurrió un tanto a empujiones y jalones fue el preámbulo a unas cervezas en un bar cercano. Había música en vivo, ahí estaba el músico 3, pero aún no lo conocía.

La conversación forzada siguió hasta que se acabaron las cervezas y la cajetilla de cigarros. Al salir caminó conmigo un par de calles, intentó besarme pero no lo permití, me niego a tener que inclinar la cabeza hacia abajo para besar a un hombre. Nos despedimos y acordamos una cita posterior, en mi casa. Me fui convencida de que debe haber una posición en la que no tenga que agacharme para besarlo.

Al fin llegó el día y mi nuevo amante puntualmente. Lo vi por la ventana desde que buscaba el numero de la casa, traía un six de cervezas en la mano derecha y una mochila en la espalda que lo hacía ver aún más diminuto. Lo recibí y comenzó de nuevo una plática algo forzada, lamenté haber desechado la lista de temas de conversación que elaboré con mi primer amante.

Cuando se agotaron las cervezas comenzó a besarme, dado que estábamos sentados no me vi forzada a inclinarme tanto para besarlo, así que hasta ese momento todo parecía ir bien. Avanzó satisfactoriamente por mi cuello y escote, de momento olvidé su estatura. Caminamos hacia la recámara y ahí la ocasión comenzó a decaer.

Me despojó de mis prendas. Él no se quitó nada ni se dejo quitar, solamente se bajó el pantalón y los horribles calzones para hacer lo suyo. Ni los zapatos se quitó, al terminar volvió a subirse el pantalón, cual violador. Ante su forma de actuar solamente pensé en algo positivo: si terminó rápido, seguramente se irá pronto. Para mi infortunio,no fue así. Se asomó hacia adentro de su pantalón y apenadamente dijo: creo que el condón se quedó contigo. No pude más que enojarme y entrar al baño para tratar inútilmente de extraerlo. Al fin rendida volví a la recámara.

Traté de visualizar la ventaja de que al dormir, la noche terminaría más rápido, pero volvió a bajar sun prendas inferiores, me giró y se posicionó encima de mí. Aparentando equivocar el rumbo se dejó caer con todo su peso y sentí un intenso dolor; siempre he pensado que para el sexo anal se requieren dos cosas totalmente indispensables: lubricante y permiso. Él no contaba con ninguna de las dos.

Me desplomé y comencé a llorar ante su mirada atónita, pues el dolor no se disipaba. En un intento torpe por sanar la situación intentó penetrarme por donde debió pero me aparté y él, ingenuamente preguntó: ¿Qué? ¿ya no? Todo se quedó en silencio y al fin logré dormir, y que se durmiera.

Desperté temprano, en la madrugada, él ya tenía abiertos los ojos. Pude ver cómo discretamente aquel sujeto abría otro condón y se lo colocaba; al fin entendí porqué me dejó uno dentro, no lo sabía poner. Sin energías para otro round pero sí para correrlo, fingí un sobresalto y grité: ¡mi marido! ¡Hoy llega y no tarda! Como bala se levantó, tomó sus pertenencias y salió corriendo sin despedirse.

Entré al baño y después de algunas maniobras logré sustraer el cndón que me dejó como recuerdo.
Dos días después recibí un mensaje en mi celular que decía: “¿pasé la prueba? No respondí y el mensaje se repitió tres veces más en la siguiente hora. No se puede hablar de pruebas, voy por la vida como mujer infiel, y aunque a veces es imposible no evaluar y comparar, no soy evaluadora sexual de profesión, así que me pareció inadecuada su pregunta. Lo correcto hubiera sido: ¿La pasaste bien?

No volví a verlo, no respondí sus llamadas, ni mensajes. No tardo en desistir.

Aprendí que no siempre se agradece que un amante se quede a dormir, si la experiencia no fue grata, mejor sacarlo cuando la ocasión haya terminado. Aprendí que debo verificar que el condón esté bien colocado.

Además de aprender, comencé a confiar y aún desear que ellos también aprendieran con cada encuentro clandestino. Él debería aprender, en primer lugar, a ponerse el condón; posteriormente, a sugerir maniobras alternativas en lugar de simplemente realizarlas, o al menos intentar persuadir delicadamente a su amante; o mejor, ganarse el beneficio de poder hacer lo que le plazca, punto al que no cualquiera llega.

Texto agregado el 18-06-2010, y leído por 152 visitantes. (0 votos)


Lectores Opinan
25-06-2010 Con mi 1.70 de estatura hace mucho tiempo aprendí el concepto de "sexo por desempeño", donde uno se siente evaluado desde el primer momento, y claro, uno es evaluado desde el primer momento, pero eso no debe guiar los actos, si fuera así, se estaría como en un video juego donde se ganan puntos, estrellitas o monedas. Cuando uno se logra abstraer de la evaluación, lo hace relajado (no confundir con lánguido) concentrado en el momento, en el placer propio y de la pàreja y no en la nota final que hara que te aprueben o reprueben. Tal vez es un tema de amantes, donde pocas veces los aprendizajes son compartidos, explicitados y celebrados con una segunda ocasión. NeweN
22-06-2010 Què desagradable experiencia no me hubiera gustado ser yo, pero en cuanto al escrito fabuloso y divertido. LMARIANELA
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]