Una hoja nació en primavera, todo estaba lleno de luz, todo era hermoso, las aves cantaban, el sol le sonreía; solo que ella no sabía que había nacido cuando la primavera estaba por morir.
Disfrutaba de la vida cuando repentinamente el verano llegó, con una ola de calor placentera, pero en el momento menos oportuno la lluvia se hacía presente, gotas cayendo como lanzas hacia la tierra, bipolaridad presente.
De un momento a otro el verano se fue, pero el otoño llegó y con esto la hoja comenzó a madurar, se desprendió del árbol en donde vivía pensando en el baile con el viento de esta estación, pero el viento caprichoso la levantaba y la dejaba caer, la arrastraba y después la hacía flotar, hasta el punto de pensar que estaba en la cima, el baile continuó hasta que el viento se fue, la hoja en la tierra se quedo sin saber que iba a pasar con ella, pero repentinamente una fría pero muy suave sensación había llegado a ella, el invierno estaba presente.
A pesar de sentir mucho frío, el abrazo suave de la nieve la reconfortaba, ya que se había encontrado en un punto en el que se sentía muy sola y arruinada.
Pero igual que las otras estaciones el invierno la dejó, fue llevada por corrientes de agua de un lugar a otro hasta que un amante de hojas, un verdadero amante de hojas la vio, y se dio cuenta de que esa hoja café y marchita era la hoja que siempre había buscado en su vida, la hoja que lo hacía feliz, que a pesar de que la gente la veía como basura, él la amaba, la llevó a su hogar, la transformo, hasta que ella quedó hermosa, ahora ya era primavera, todo volvía a la vida, el aire tenía un aroma revitalizante, las aves cantaban, el sol brillaba, la hoja admiró todo esto, pero a pesar de toda esta hermosura y a pesar de que su existencia continuaba un día se dio cuenta de que ya no podía sentir, la hoja ya había muerto, ése fue su fin. |