Ah, no te conté. Rompí con Rolo. Un maniático, un enfermo. Ya sé que es feo generalizar, Mónica, pero los hombres son unos tarados. No, no, eso de que lo único que quieren es cojer ya pasó de moda, ¡Ojalá este boludazo hubiera querido cojerme todo el tiempo! Menos mal que tengo a Beto. Venga, venga mi perrito lindo; pobrecito que tiene moquito. Ya te dije que un Rotguálier, Mónica. Ese infeliz se pasaba todo el tiempo en internet con la maquinita. Sí, cagáte de risa. Y con esa mierda de los fichines, viste, la peiesteishon. Son pajeros, Mónica. Un tipo que está todo el día con la computadora estupidizado es un pajero. Está rica la torta, ¿dónde la compraste? Viste, para mí que quieren fifar con pendejitas de catorce años, no sé qué pensar. Venga con la mami, Beto. No seas mala, Mónica, es una lagañita. ¿No ves que está congestionado, pobrecito? Treinta y cinco años, che, un huevón importante. Claro que sí. Vos fijáte que cuando éramos pendejas los pibes se desvivían por tener un auto para levantar minas, te llevaban al parque y te garchaban; ahora quieren una computadora para hacerse la paja, suben fotos con cara de infelices y se hacen los lindos. Al pedo, Mónica, sí. Epa, Betito, epa, cómo estornuda mi cosita. Ay, bueno, bueno, escupió la torta, Mónica, sí, pero no le digas “perro de mierda”, che, que se pone triste. Estás loca, ¿cómo la voy a tirar? Los perros tienen menos bacterias en la baba que nosotros, Mónica. Qué va; ya pasó, che. Ah, bueno, te decía, conocí a un divino en el féisbuc; sí, se llama Gastón. Coma un poquito de torta que trajo la tía, Betito, pobrecito. “Gastón”, Mónica, te dije. Ah, rodguáiler, rodguáiler; y con papeles.
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