“Las espinas de la rosa”
-Mano izquierda, mano derecha-
VII
-El consejo de Franchesca me había ayudado de mucho, ahora debía de hablar con Judith respecto a lo que había pasado con Mónica en el comité. Había muchas reacciones que podía esperar de ella en el momento en que yo tratara de tocar el tema. De todo lo conversado con Franchesca el punto de que la única persona que era capaz de elegir lo que era mas conveniente para mi, era yo misma, sabia de sobra que al elegir a una persona, ya fuera a cualquiera de las dos haría sufrir a la que no fuera elegida y también yo saldría perjudicada por así decirlo ya que ambas para mi eran totalmente perfectas.
A pesar de mi determinación de querer hablar con Judith, al llegar al comité ese día el ajetreo se apodero de todas ya que dentro de dos días el convivio se llevaría a cabo y a pesar de quería permanecer al lado de Judith parecía que ella había cambiado de opinión a lo que me había dicho el día anterior, sin embargo no me lo tome aprisa y sabía que tenia que haber un punto en el cual ella y yo tendríamos que hablar, pero paso ese miércoles en nada al igual que el jueves. Ella me estaba evitando, o al menos yo eso lo intuía y eso me hacia sentir mal y sobre todo rara ya que ansiaba platicar con ella. Tanto Mónica como Judith mantenían su distancia conmigo y no soy una persona que disimule el hecho de que le guste o no le importa que la ignoren. Así que decidí el día viernes hablar con ella para solucionar todo. Lo mejor era tomar al toro por los cuernos, es decir afrontar todo el asunto.
Ya había tenido tiempo para saber que era lo que iba a decir y el orden de las palabras; trataría de no mencionar a Mónica para que Judith no tuviera un desplante o un arranque y se pusiera mal. Después de clases baje de prisa por las escaleras sujetando la correa de mi cartera para llegar hasta el grupo de las alumnas de tercer grado. Las alumnas con sus listones amarillos en sus brazos izquierdos bajaban por las escaleras. Después de cinco minutos esperando Jimena bajo junto con Erika y se acercaron a mi quien estaba recargada en la pared sujetando inocentemente la cartera con ambas manos.
-¡Hola Natalia!, ¿Qué haces aquí?-pregunto Jimena quien se aproximo a besarme la mejilla para que después Erika hiciera lo mismo.
-Pues estoy aquí para ver a Judith-respondí.
-¿Enserio?, pues bajara en unos momentos, ya que se quedo en el salón. Bueno, nos vemos.
Después de despedirme de Jimena y Erika, pasaron un par de minutos para que Judith acompañada de Irais bajara por las escaleras. Al verme pareció apenarse por una extraña razón, y lentifico su paso. Cuando estuvo frente a mí un forzado saludo salió de sus labios. La chica de ojos verdes infirió que es lo que pasaba y acudió en su auxilio.
-¡Hola Natalia, es un milagro que vengas por aquí!
Esto se podía entender como sarcasmo, sin embargo no podía ponerme a pelear con ella ya que posiblemente perdería, además de que mi objetivo no era el ir a soportar los insultos de Irais; así que solo me resigne sujetando con fuerza la cartera y respondí.
-Si, lo se. Pero vengo a hablar con Judith.
Irais inmediatamente frunció un poco el ceño y se volvió hacia Judith quien solo asintió con su cabeza a lo que había dicho y camino hacia la salida y yo la seguí, dejando a Irais quien solo se limito a mirarme. Una vez afuera ella se detuvo y se me quedo mirando, trago un poco de saliva.
-¿De que quieres hablar?-pregunto.
-Bueno, la verdad quisiera saber porque me estas evitando y también quería pedirte perdón por lo que paso con…….
-…. ¿Mónica? quisiera decirte que no me molesta, pero no quiero hablar de eso, además pensé que no debería de afectarme lo que ella y tu hicieran ya que no tienes un derecho de exclusividad conmigo y es claro que es lo que tu quieres
Había cometido el error de empezar así. Y la verdad no lo podía evitar ya que de todo lo que había ensayado la noche del miércoles y todo el día jueves en clase y en el comité nada salió de mi boca , aunque me parecía que era mejor algo espontaneo y no algo que se viera tan fingido que Judith le pareciera tan obvio, sin embargo parecía que con esas palabras que había dicho ella lo dejo totalmente claro y lo mas sabio hubiera sido el dejarlo así y retirarme o simplemente quedarme callada sin nada que decir para que el silencio mediara ese asunto, pero en mi interior se había desatado cierta indignación, indignación que no quería que las cosas con Judith se encontraran de ese modo ya que tenia miedo de perderla. Judith espero mi respuesta unos segundos los cuales no dije nada y se echo a andar.
-¡Espera por favor!-le pedí casi al momento en que ella empezó a moverse-no quiero que te vayas sin que escuches lo que tengo que decirte. Lo que te hice no tiene perdón y se que ni siquiera debo de pedirte que hables conmigo. Ivonne…..Ivonne me dijo que tú estabas triste cuando saliste del lugar y yo me sentí mal y sentía que no quería que estuvieras enojada, me duele el hecho de que tu no me hable y que me ignores no se si para darme una lección o para provocar que yo venga hacia ti.
-¿Por qué haría eso?-pregunto con una sonrisa en su cara.
-Porque……porque sabes que te quiero y la única forma de verlo era haciéndome sufrir.
Ella se acerco a mí para que me rodeara con sus brazos y me dio un beso en la mejilla.
-En verdad me dolió mucho-dijo melosamente casi hablándome al oído- el hecho de que ella te estuviera tocando y tu a ella me llenaba de ira y no quería aceptarlo, no podía hacerlo, no quería aceptarlo.
La percepción de su calor invadiéndome, al igual que su fragancia me tranquilizaron un poco, hicieron, además, que la confusión desapareciera para que los sentimientos que sentía en esos momentos solo fueran para ella.
-¿Me perdonas?-dije algo apenada.
Ella se separo un poco de mi y se quedo mirándome, miro su reloj y finalmente suspiro.
-Lo hare. Pero, debe de haber una condición para que yo lo haga, si lo haces, yo te disculpo ¿de acuerdo?
-¿Condición? ¿Qué tipo de condición?-pregunte algo sorprendida ya que no había visto venir eso.
-Bailar, si, eso quiero, quiero que tu bailes conmigo.
-¡¿Bailar?! ¡Pero si soy pésima bailando!
Las excusas parecían entrarle a Judith por un oído y salir por el otro ya que no quería otra cosa y no logre convencerla de nada más hasta que después de algunos momentos acepte lo que ella me pedía.
Después de esto la voz de Brenda y de Ivonne nos sacaron de la plática que manteníamos. La pelirroja y mi amiga se acercaron hacia donde estábamos. Las caras de cada una reflejaban una expresión totalmente distinta a la de la otra; por su parte Ivonne parecía que se ensoñaba y tenía una cara burlona, mientras que Brenda solo se digno a mirar fijamente con un ríspido saludo que salió de sus labios.
Luego de un rato dialogando entre las cuatro acerca de lo que faltaba para el convivio de esa noche, tanto Brenda como Judith nos dejaron a mi y a Ivonne solas y antes de que se retirara Judith y con una voz calma me dijera “Nos vemos en la noche Natalia”, tuve cierta alteración en mi interior y no pude evitar sonrojarme un poco.
-Creí que nunca lo harías-dijo Ivonne quien se llevo las manos a su cintura. Yo seguía sujetando la cartera como una niña recién regañada y solo me limite a mirarla-pero me alegro de que ya hayas solucionado esto. Ahora lo único que te falta es elegir a una.
A pesar delo que decía que a veces se podía entender como sarcasmo e insultos leves, Ivonne sentía empatía por cada una de nosotras, lo cual era algo raro. No pregunto más, lo cual me extraño ya que ella me inundaría con preguntas hasta obtener una respuesta. Si lo pensaba detenidamente ella había estado algo reservada desde el día que Franchesca y yo habíamos platicado; por mi mente paso que ella había inferido algo, lo cual me causo cierto temor ya que lo poco o lo mucho que la conocía, sabia que Ivonne no era de esas personas que suelen guardarse un secreto, o a menos es lo que se veía a simple vista.
Le sonreí un poco mordiéndome los labios ya que su cara seria en lugar de provocarme la misma sensación, lo único que me hacia era contagiarme de una risa mas prominente, pero si lo hacía era más posible que se intrigara por este hecho. Ivonne se echo a andar y yo la seguí. Ella coló sus manos por detrás de su espalda y parecía balancear sus piernas con el tarareo de una canción. Me empareje a ella.
-Mónica dijo que no teníamos que presentarnos hoy-dijo volviéndose a mi sin dejar de caminar.
Me alegraba el hecho que después de cuatro días de estar de arriba para abajo no pudiéramos ir un día y que solo esperáramos a que prácticamente la noche llegara para que el convivio empezara; lo único que me saco un latido improvisto de mi corazón que hasta hacia unos momentos latía con normalidad fue el escuchar el nombre de ella. No me inmute demasiado, ya que no había por que estarlo.
-Me parece bien……..
-¡¿Esa es tu única reacción?!......¡¿decir que te parece bien?!-respondió algo alterada.
-Pues……. ¿que querías que dijera?
Parecer ingenua era un modo seguro para realizar dos cosas, una, que Ivonne se pusiera loca tratando de hacerme ver lo obvio del asunto que siempre aparentaba no ver y la segunda, que ella dijera lo que yo quería que dijera, era como una psicología inversa que a veces funcionaba.
-Nada, no quería que dijeras nada, solo quería que actuaras un poco, no se…………..mas humana.
Me parecía gracioso y a la vez insultante el que Ivonne la persona de la seriedad y la lógica que parecía no tener a veces un entendimiento de lo que es lo bueno o lo malo me dijera que no me comportaba con ciertos sentimientos. Seguí caminando no haciendo caso al comentario de Ivonne quien seguía tarareando la canción.
-¿Y quien de tus familiares vendrá hoy al convivio?-pregunté saliendo del tema.
-Mi hermano Josué -respondió alegrándose de inmediato- ¿tu invitaste a alguien?
-No, no lo hice-respondí meditando los motivos del porque no había días antes tomado el teléfono y marcar para que Arturo viniera.
Desde que se nos había comunicado que el comité haría los arreglos para el convivio y al leer las circulares que se pegaron en casi en toda la escuela en la que anunciaba el evento en el gimnasio, además de la nota en que se podía invitar a cualquier persona, solo me paso una vez por la cabeza hablar por teléfono. Seguramente otras alumnas, incluyendo a Ivonne, habían invitado a sus amigos, novios, padres, pero también había personas que como Lei, Vanesa y yo no habían invitado a nadie, así que no había problema.
-¿En que piensas?-dijo Ivonne mientras nos acercábamos a los dormitorios.
-Nada, no es nada……….bueno……si, hay algo que quisiera preguntarte, tal vez te parezca extraño.
-No lo creo, depende de lo que tú consideres extraño, ya que lo que tú consideras extraño no es nada para mí. ¡Vamos, pregunta!
Con el ánimo de Ivonne que se veía reflejado en sus palabras lo que cruzaba por mi mente salió naturalmente.
-¿Podrías enseñarme a bailar?
-Esta bien, olvida lo que te dije, esto es totalmente raro-dijo doblándose de la risa.
-Olvídalo -respondí y entre subiendo por las escaleras apresuradamente.
Ivonne me seguía llamando mi nombre, no quería voltear por que el sonrojo de la pena no me dejaba. Caminamos por el pasillo del tercer piso. La insistencia de las disculpas de Ivonne solo hacían que la pena fuera mas grande, sin embargo no podía enojarme por una pequeñez. Llegue a mi habitación y abrí la puerta, en la camaLei se encontraba recostada con el brazo encima de sus ojos. Apenas escuchó que la puerta se abrió me miro y me saludo.
-Estas muy feliz, algo te ha de haber pasado-dijo incorporándose un poco.
-¿Por qué crees eso?
-Eres tan obvia, además desde el lunes estabas totalmente distraída y del martes hasta ayer cada vez que llegabas estabas pensativa, y ahora estas algo alegre, por eso te lo pregunto.
Sonreí un poco y dejé la cartera sobre la cama para desabotonar el saco. Me quite la banda roja del brazo izquierdo y me zafé la corbata. Mire a Lei quien no me había quitado la mirada de encima. La forma en la cual intercambiábamos miradas culmino en un carcajeo.
-Nada solo que ahora debo aprender amas o menos a bailar antes del convivio y le pedí ayuda a Ivonne y lo único que hizo fue reírse ¿puedes creerlo?; le pido ayuda y se rio.
Leilani solo me observó la pequeña rabieta que hice y después continúo la conversación.
-¡Ya quiero que sea de noche!, será la primera reunión que tenga en esta escuela, la verdad estoy muy emocionada ¿estas ansiosa también? ¿Qué te pondrás? ¿Va a venir alguien de tu familia?-la forma de expresarse de Lei era síntoma de que los días estando en la escuela los cuales habían hecho efecto y una distracción dentro de la misma escuela no harían daño.
-Contestare en orden, pues si, si estoy ansiosa, no se que me pondré y no, no vendrá nadie de mi familia, y ¿Qué ha de ti?
-Pues……..no vendrá nadie de mi familia, así que solo serremos Vanesa y yo, pero me extraña que no hayas invitado a tu hermano, juraría que son muy unidos, por lo menos ese día así me lo demostró.
-Pues gracias, pero por ahora no quisiera que el viniera, por……..
El silencio se instalo en mi boca y no dejo salir la oración o mejor dicho el motivo por el cual no quería que mi hermano Arturo o cualquier otro integrante de mi familia viniera a la escuela y del cual Leilani se dio cuenta inmediatamente ya que completó la frase levantando un poco la ceja.
-……Por Mónica o por Judith, ¿por esa razón no quieres que tu hermano venga? ¿No crees que exagerar un poco?
-No estoy exagerando, simplemente creo que como esta la situación no es conveniente ya que no puedo estar ni con una ni con la otra sin que la otra con la que no estoy no se sienta mal-respondí.
Lei tardo unos instantes en digerirlo que acababa de decirle y luego sin nada se levanto de la cama y se dirigió al baño, desde su interior ella empezó a hablar.
-Entonces si la otra persona con la que no estuvieras no se pusiera mal no te importaría traer a tu familia, ¿eso es lo que me quieres decir? No crees que eso sea algo que las haría enojar y sentirse mal de igual o mayor forma. En si lo haces porque no quieres sentirte mal y de nada te sirve el querer aparentar lo contrario. No me digas que no sabes el motivo por el cual se ponen así cada vez que estas con la otra o mas bien con la rival en este caso, y esa explicación es única y te da miedo porque a mi parecer no quieres que la otra sufra el rechazo que es lo que a ti también te dolería.
Me parecía raro que Leilani se expresara así, de una manera tan peculiar, molesta y realmente honesta que solo me hacían recordar a una persona que hablaba así, nadie menos que Ivonne. Sin embargo no la interrumpí ya que Lei tenía toda la razón. Ella salió del baño con el cabello recogido camino hacia el escritorio donde encendió una radio y la coloco en una estación, la balada en ingles acababa de comenzar, ella se dio la vuelta y me estiro la mano.
-Ven, yo te ayudare con tu problema, es mejor distraerte en otras cosas ya que veo que el tema de tu hermano y de Mónica y de Judith parece que no te gusta.
Le di mi mano y me halo hacia ella. Me acomode la blusa un poco y la mire a los ojos, me pidió que colocara mi mano en su hombro mientras la mano derecha la tomaba enlazándola con su mano izquierda. La mano derecha de Lei bajo hasta mi cintura la cual al tomarla, causaba cierta sensación de cosquilleo.
-Bien, ahora, ya tienes la postura, debes relajarte y no dejar que nada te altere ¿de acuerdo? Ahora veme a los ojos y solo sigue el movimiento de mis pies, y….uno, dos, unos, dos.
Comenzamos a mecernos de un lado otro, y aunque yo trataba de mirar a los ojos de ella, la torpeza de mi mente y sobretodo de mis pies no lo permitieron ya que no podía hilar cinco pasos seguidos que claramente culminaban con mi zapato sobre los pies de Leilani quien solo hacia muecas de dolor ahogado, empero ella se aguanto. A medida que pasaba una y otra canción me adecuaba un poco más al compas qué Leilani marcaba con sus pasos. El que ella colocara su mejilla contra la mía hicieron que me tranquilizara. Por la ventana la brisa jugaba un poco con las cortinas y dejaba entrar algunos rayos de luz que se veía un poco nítida, luego el silencio de la radio al termino de la canción y el tica tac del segundero. Ella me miro a los ojos.
-¡Es muy fácil, lo ves!.......lo único malo es que solo sirve en piezas lentas……perdona.
-No hay problema, ya me las arreglare, además no prometí bailar toda la noche-respondí mientras parea terminar, Lei tomaba mi mano y me hacia girar lentamente.
-Y ¿a quien le prometiste bailar?, digo, te estas tomando muy enserio esto, ¿no lo crees?
Iba a responderlo que Leilani me preguntaba, sin embargoel sonido de la puerta que estaba siendo tocada nos separo totalmente. Leilani sonrió y abrió la puerta.
Hubiera querido ser cualquier otra persona en esos instantes en los que Lei abrió la puerta y mis ojos vislumbraron la silueta de la pelirroja con las manos cruzadas y con esa expresión autoritaria que tiene. Sentí que el interior de mi cuerpo tembló súbitamente a la mirada de Brenda quien esperaba a que Leilani la invitara a pasar, invitación que al momento de recibir provoco una reacción en ella, reacción que cualquier persona que se da a respetar y que estaba por así decirlo en un territorio hostil haría.
-No, no gracias, es breve lo que tengo que hablar con Natalia.
Leilani quien al escuchar mi nombre se aparto de la puerta y me invito casi cordialmente a atenderá a la pelirroja llevándose las manos a la parte de atrás y chupándose los labios. Camine a la salida. Brenda se echo un poco para atrás y me encontraba ahora en el umbral que me separa de la habitación con el corredor.
-¡Vamos Natalia! ¡Te comportas co0mo si fuera a hacerte algo malo!-dijo al ver que mi pasos eran algo vacilantes.
-Yo no dije que fueras a hacerme algo-en si lo que estaba penando en esos instantes era un esbozo de que ella querría decirme y me imaginaba por que persona se había tomado tantas molestias en ir hasta mi habitación- además supongo tienes buenos motivos para estar aquí-añadí.
-Si, así es. Es referente al convivio de esta noche.
“Aquí vamos”-pensé al momento en que el punto que ya me había venido a la mente por el cual la presencia de Brenda.
-Sabes……hoy vienen algunos familiares de las alumnas y necesitamos que Ivonne y tu coloquen los distintivos a los invitados. Eso es todo.
Al decir esto se dio la vuelta y se echo a andar. Me pareció extraño y absurdo el motivo por el cual ella había venido, ya que forzosamente tenia que pasar por la habitación de Ivonne para llegar a la mía, así que era obvio para mi que ella trato de decime otra cosa y ese espacio entre el “Sabes” y lo damas que uso para completar la oración no eran concordantes entre si. Tal vez se debió a que Lei quien estaba en la habitación estaba mirando por encima de mi hombro, aunque no lo supe con certeza.
La hora del convivio se acercaba y durante ese periodo Lei y yo habíamos aprovechado para prepara la ropa que íbamos a vestir para esa ocasión y mientras Lei se duchaba yo aproveche para ensayar por así decirlo lo poco o lo mucho que Lei me había enseñado.
Después de que me hube aseado y vestido, como siempre la amigable d Lei me alisto el cabello y me maquillo un poco. Ivonne quien su ausencia en mi habitación hasta momentos antes de que el convivio empezara, toco la puerta. Alejandra y Vanesa la acompañaban. Ninguna vestía algo extravagante, en si yo usaba el mismo vestido que había usado en la salida que había tenido con Judith meses atrás. Ivonne quien estaba muy risueña porque su hermano vendría, me pidió que me apurara, en si también el hecho de que ella pidiera prontitud para hacer una actividad del comité me pareció sumamente extraño, era como si todas hubiéramos caído en una dimensión alterna pero la única que se daba cuenta de las alteraciones era yo.
Vanesa nos indico que los pequeños distintivos se encontraban en unas cestas en el comité escolar. Yo me adelante ya que Ivonne dijo me esperaría en la entrada, el camino estaba animado las alumnas iban y venían. Era un alivio no ver en esos instantes una falda y sacos azul marino con la respectiva banda de color en el brazo izquierdo. Llegue al comité y sobre el escritorio de Judith se encontraban lasa cestas con los distintivos alusivos al convivio, unos eran una calaveras, otros cuantos unas calabazas y otros uno fantasmas pequeños.
Cogí las cestas y cuando iba a salir la presencia de Mónica entrando por la puerta provocaron que casi me muriera del susto. Obviamente no pude evitar gritar y dejar caer las cestas con los distintivos que se regaron por el piso.
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