Alta; flaca; el pelo gris, largo y ondulado; sus ojos chicos y negros; su cara arrugada casi como sus manos y tan sucia como sus uñas. Es lo que mas recuerdo de "la Mirta", una muejer "sesentona" que vi una sola vez y me impacto tanto que averigue quien era.
Resulto ser mas interesante aun cuando supe su historia.
Fue una muy buena maestra, tan buena como poco cuerda esta hoy en dia; lamentablemente perdio a su familia en algun tipo de accidente, del que mucho no se sabe, porque evita hablar de ello.
Se la puede encontrar en la plaza Matriz dando de comer a las palomas, la plaza es su hogar.
Aunque hay veces que desaparece misteriosamente, cuando duerme alli, todas las mañanas se levanta y escribe un mensaje en un pequeño pizarron que presenta sobre un banco. Los mensajes hablan de la vida y sus valores. Quizas esta sea la manera de comunicarse, ya que no dialoga con mucha gente; en realidad habla solo con el almacenero que la alimenta, gracias a un dinero que cobra ella y se lo entrega mensualmente. Se piensa que es alguna pension, quizas de su familia desaparecida, ya que no se jubilaba aun cuando cayo en este modo de vida.
Lo cierto de esta peculiar mujer, es que esconde un gran misterio el cual me atrapo.
Es una persona que vive su propio encierro, paradojico si lo pienso desde el punto de vista de que su casa es la calle.