El alma “en algunas religiones y culturas, es considerada como la sustancia espiritual e inmortal de los seres humanos” y el cuerpo, en cambio, es “aquello que tiene extensión limitada, perceptible por los sentidos” y, además, el “conjunto de los sistemas orgánicos que constituyen un ser vivo” .
En estas definiciones podemos observar unas marcadas diferencias entre ambos conceptos. Pero más que ocuparme de estas diferencias, que merecerían un estudio más profundo, lo que pretendo es plantear algunas relaciones estrechas que existen entre el alma y el cuerpo.
Habrán escuchado la frase repetida muchas veces de que “lo que importa es lo que llevas por dentro y no lo exterior”, refiriéndose obviamente por lo de adentro a los sentimientos e ideas, relacionadas éstas con el alma; mientras que lo exterior está relacionado con el cuerpo. Me parece que con esta frase se olvida que cualquier característica corpórea influye directamente a nuestra forma de sentir las cosas, es decir, influye en nuestros sentimientos e ideas y, por lo tanto, nos modifica el alma.
No se vaya a creer que lo que quiero decir es que la persona más bella, tenga también la más bella alma, de ninguna manera es lo que trato de expresar. Para que se me entienda daré el siguiente ejemplo: imagínense una persona que sufra un accidente y quede inválida o desfigurada, ante esta situación traumática, la persona puede reaccionar de formas diferentes, una de éstas sería volviéndose más fuerte para superar la adversidad, lo que le daría un plus a su esencia o alma; o podría sumirse en el rencor y resentimiento por su doloroso destino, lo que le restaría valor a su alma; pero de ninguna manera podrá ser el mismo. Ahora bien un ejemplo en sentido opuesto sería el siguiente: una persona disconforme con su aspecto físico, el cual por cierto le produce un complejo de inferioridad, decide realizarse una cirugía plástica (muy de moda en estos tiempos); pues bien, luego de efectuarse ésta y, a pesar, de que se haya obtenido buenos resultados la persona sigue disconforme con su físico, por lo cual su complejo de inferioridad se acrecienta apareciendo también una neurosis de inconformidad; mientras que otra persona puede superar su complejo debido justamente a dicha operación que la deja satisfecha.
Podría decirse con relación a estos ejemplos que las personas reaccionan de diferentes maneras a estos acontecimientos porque su esencia así se los dicta, ósea, que algunas personas son más maduras que otras para afrontar estos problemas o cambios; y nada tiene que ver esto con el aspecto de sus cuerpos; pero al afirmar esto también se estaría olvidando que el madurar se da dentro de un determinado tiempo que supone también un cambió físico, es decir, con el tiempo madura (cambia) el cuerpo (adolescencia, pubertad, juventud, vejes, etc.) y con él nuestra alma (no necesariamente en un sentido positivo).
Esto me lleva a preguntar ¿sería igual mi alma si no tuviera el mismo rostro?, ¿sería igual, si me faltará alguna de mis piernas?, ¿sería igual si fuera la persona más bella del mundo? o ¿me ganaría la vanidad?, yo creo que definitivamente no sería igual, aunque no sé en que grado sería diferente.
Por último, que quede claro que no me estoy pronunciando sobre otras cuestiones igualmente importantes como la inmortalidad del alma, su unidad universal y otras similares.
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