Cada latido de su corazón le decía, te quiero.
Él los dejaba escapar
como arena entre sus dedos
Hasta que su boca pudo decirle
Ya no te quiero.
Él suplicaba el amor que dejo
escapar entre sus dedos.
Pero el corazón de ella
volvió a latir por otro caballero.
Texto agregado el 14-06-2010, y leído por 353
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Lectores Opinan
16-06-2010
¡Ah que dicha, que alegría...fortuna del caballero. za-lac-fay33