El punzante llamado de su bajo vientre hizo cortar la noche. A tientas piso el frío cerámico de invierno sin calzado para evitar demoras.

Caminaba inclinado hacia delante, juntando ambas rodillas como en un paso de baile.
Bajo las escaleras como lo hacia siempre, de memoria, intento ver la hora en su reloj flúo, pero la mirada parecía oxidada y sin deseos de abrirse.

Ciego por su deseo cruzo los ambientes sin luces, palmo la puerta sin trabas e ingreso a lo Chaplyn. Con la mano libre, busco la llave de luz del lado izquierdo, esta cedió sorda sin funcionar.

Siguió decidido no había vuelta atrás, formo una "V " invertida con sus piernas, levanto la tapa, poso una mano en la pared posterior y se inclino levemente para iniciarse en ese rito íntimamente sagrado. Dejo caer su cabeza hacia atrás con los ojos entre cerrados una mini sonrisa y la boca sonsa a media asta.

Tuvo esa tangible sensación de que no estaba solo, como cuando el aire deja de tener ese sonido a nada para darle paso a otra cosa.

Cerro la boca ya mas consciente, suspendió la caída de su propio arroyito serrano, retuvo el
aire para oír el silencio.

Sintió la mirada de alguien clavada en su espalda acusada con un frío distinto, seco.
Los ojos acalambrados cortaron la ausencia de luz entre brumas, congelado con la mano en la pared giro la cabeza de lado 90 grados.

Ocupaba casi toda la pared opuesta a su lado, con un grueso marco de madera que terminaba antes de la ducha.
El ojo que había girado órbito rápidamente la superficie, se vio de espaldas con su cabeza entornada, curiosa del entorno. Enfoco mejor la vista.

Repasó las sombras reflejadas del espejo y se detuvo en el angulo que se juntaba con la cortina de la ducha.

Un rostro con piel de luna llena le sonreía tímido y desafiante.

Viró hacia el lado real sobre la cortina y su pared sin percibir nada. Se entorno de vuelta al reflejo en su espalda.
La tela impermeable se había separado de la pared 15 cmts dando lugar a un rostro con flecos ondulados blancos, de sonrisa enfermiza.

El sudor se había adueñado de su persona, una arritmia latía galopando, se oriento a lado
de su cortina y todo normal.

Se volvió el muñeco de un ventrílocuo ausente, no tenia voluntad.
En el espejo la cortina estaba cerrada, exhaló todo el aire.
Cuando volvía la cabeza a su posición, una mano fría lo llamó de atrás....

La mujer con llantos desconsolados desconocía la razones que el médico interviniente explicaba en esa mañana.

Paro cardiaco??