Jamás pensé tan poco de ti, sin embargo me decepcionaste al igual que a todos. Resultaste ser un pobre infeliz sin deseos ni sueños a futuro, desolado y triste para tus cosas, demasiado melancólico para el gusto general, pero debo admitir que por lo menos pudiste establecer una farsa duradera. Si, siete años es suficiente como para convencer a la gente de ser alguien que no eres, lástima que tu farsa cayó a las profundidades del olvido por un descuido tan vano como ese. Lo pudiste salvar, ¿lo sabías?. Si, pudiste, pero estabas muy ocupado siendo otra persona que no notaste como esa persona se convertía en ti mismo.
En fin, ya pasó todo, nadie te soporta y eres un ser despreciable, sólo te falta darte cuenta que no lo puedes volver a hacer, al menos no con ellos, pero si lo haces, es porque absolutamente nada aprendiste.
Siete años. Se feliz de que fueran sólo siete y que puedes volver a comenzar, y que no fue toda tu vida, que ya no sería tuya, sino de ese a quien todos quisieron, pero que tu sólo usabas.
Mejor ni siquiera te despidas, sabes que aún no olvidan tu error, no lo olvidaran, si es que eso te preguntas; aprende a vivir con el peso de la mentira sobre tus hombros, o al menos esfuérzate para que parezca que te pesa, ya que eres tan bueno siendo falso.
Vete, vete ya antes de que me arrepienta de decirte tu error, porque estoy asumiendo que quieres saber que hiciste mal. Si, lo deseas, te carcome la curiosidad, pues bien, sáciate con la verdad, ahí esta el espejo; ese fue tu error, no darte cuenta que eres yo.
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