“No deje que su esposa lo siga pendejeando; o acabará por ser un verdadero pendejo. ¡Su problema se solucionará hasta que le demuestre a su mujer que usted tiene más pantalones!”, remató el Doctor, luego de haber llamado aparte al esposo, que asentía con la gravedad de un conspirador, entrecerrando los ojos y frotándose las manos como un ratón. Al mismo tiempo, el muy pendejo pensaba en la tienda de ropa más cercana.
Texto agregado el 14-06-2010, y leído por 150
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Lectores Opinan
06-06-2013
Ya bueno... Dejare de pendejearlo o acabara en terapia. Jajaja Gemercy