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Carlos caminaba tranquilo por el centro de la ciudad. Eran cerca de las 11 de la noche y ya la ciudad brillante y luminosa, abarrotada y maloliente del día se había alejado dejando a la ciudad nocturna, tranquila y obscura. Carlos caminaba sin rumbo, como pasando el tiempo. En una esquina había una caseta de perros calientes, cuyas luces alumbraba la esquina como una burbuja de dorada protección. Se acerco y pidió un perro de salchicha normal con todo. Le entregaron una cosa de forma vagamente rectangular rebosante de papas molidas quien sabe que montón mas de aditamentos, con una salchichita de no más que un centímetro de circunferencia. Intento comerlo pero solo sintió el sabor triste y gris del pan con la salsa. Lo escupió y pidió otro, esta vez con salchicha americana. El cambio fue notable pero como diría su profesor de ciencias sociales había " salido de Guatemala pa' Guatepeor". Los condimentos eran imposibles de contener y a cada mordida se escapaban rociando la acera con una lluvia de cebolla, papas, salsas y quien sabe que mas chucherías. Escupió este también y se alejo de allí rabioso por la mediocridad de la vieja señora, ya casi ciega por las cataratas, que atendía el pequeño local. Camino un par de cuadras y llego a un barrio tradicional, de esos que parece que todavía no hubieran salido de la colonia. El lugar estaba desierto y las calles parecían lóbregos túneles con pequeñas luces cada 15 metros. Carlos caminaba impaciente dado que había salido a cazar por primera vez en dos meses y justo ese día parecía no haber buenas presas. Ya estaba pensando en volver a su casa y dedicarse un poco a su Xbox 360 cuando vio lo que necesitaba: al otro lado de la calle se divisaba un estrecho callejón que conectaba con la calle de al lado. Se encontraba allí una mujer vestida muy formalmente una secretaria, probablemente, que se había atrasado con el papeleo y hasta ahora salía de la oficina, detrás de ella caminaba torpemente un hombre, habitante de las calles con mirada lujuriosa y mano incierta. Carlos sabía lo que tenía que hacer: llegaría por detrás y eliminaría rápidamente al hombre, solo quedaba una duda ¿ con que arma eliminaría a ese desgraciado? podía hacerlo con su Revolver .45 Long Colt o con su cuchilla escondida, arma que había copiado del juego Assasin's Creed, le había costado mucho pero al fin había diseñado un arma escondida en su antebrazo: una cuchilla de 20 centímetros de largo que salía por un sistema de engranajes y resortes con un movimiento determinado de su muñeca. Eligio la ultima y se encamino hacia el tipo. Había dado unos cuantos pasos y cruzado la calle, le faltaban solo unos pasos para alcanzar a aquel desgraciado, cuando sus ojos detectaron otro tipo que se acercaba con rapidez por su izquierda, intento un movimiento defensivo pero ya era tarde, el otro hombre ya estaba cerca y con un movimiento rápido de su dos brazos le corto la yugular con un movimiento experto y, lo que era peor, con su propia cuchilla escondida. Y entonces cuando caía desangrándose, cuando ya no había vuelta atrás, se dio cuenta de que hasta aquellos que siempre pasan desapercibidos, aquellos que no matan inocentes, aquellos que no involucran a la Hermandad en caso de de ser descubiertos, en fin aquellos que siguen siempre el credo de los asesinos, hasta a ellos les llega su ejecución. |
Texto agregado el 13-06-2010, y leído por 128 visitantes. (1 voto)
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