Hace tanto tiempo que no tengo buena cara, soy una careta desarticulada, pero hoy he decidido sacármela, para ser amable y correcta con los seres humanos.
Es que ya nada me queda bien, estoy muy delgada y me sobra por todos lados, pequeños harapos descocidos que fui adquiriendo por el camino de la vida.
En realidad, ya no me interesa cocerlos, ni zurcirlos, quiero dejarlos por el camino, zafar de esta ingrata vestimenta que solo me hace sentir ruin.
Voy a donar mis zapatos, mis aretes, mi ropa mas colorida y también mis caretas, ahora, creo que se abrió un nuevo espacio para guardar estas cosas, por si alguna vez algún desgraciado las quisiera usar para hacer teatro, como si no tuviéramos demasiados artistas polifacéticos y caraduras.
Es que tengo odios que nunca los grito, bronca, fastidio, estoy muy enfada con mi boca que cerrada se queda, mi piel quiere mudar de estado, quiere hacerle una mala jugada a la boca, si se muda, ella, la boca, también mudara, y se abrirá para decir cosas que nunca pudo, se agolparan en las comisuras, será una zona de trafico muy concurrida.
Y cuando suceda este trágico hecho, no habla en el mundo quien pueda frenar su recorrido, dejara huellas por aquellos lugares donde reina la desidia, la indiferencia, el mal trato a los niños, a los ancianos, la incomprensión, la corrupción.
Solo estoy esperando el momento adecuado, para no morir en el intento, para que mi piel sea firme, fuerte y agradable a mi boca, luego de esta metamorfosis quizás comprendan, lo que cuesta hacer que te escuchen aquellos que hoy no tienen alma.
MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI.
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