-...no, no tengo (no se lo doy que es el último).
-¿no tienes? -y el vagabundo que tenía un aire a dios pero más bueno se fue sin poder pegar una mísera calada a un cigarro.

-no, de verdad no tengo,
-¿cómo que no tienes? -y la profesora sacó de su estuche dos chuletas de las que copiaba en el exámen.

-no tengo
-¿no lo llevas? -y sin carné de identidad no pudo entrar a aquella discoteca pues no aparentaba la edad mínima permitida

-no, no no tengo
-¿que no tienes, tío? -y su novia y él tuvieron que salir corriendo de aquel restaurante.

-vaya, no tengo
-ah, ¿entonces no tienes? -y aquella golfa enganchada salió del cuarto oscuro sin practicarle una felación a cambio de la raya prometida

-no tengo nada
-¿no? vas a ver. -y aquellos atracadores le reventaron las narices con un casco de moto por no llevar dinero.

-no llevo nada
-¿no? ¿seguro? -y aquellos policías tras abrir su mochila y ver tres radiocd's le golpearon con la porra hasta que su cara contactó con el orín del perro de su vecino en el suelo de su propio portal.

-no tengo
-¿no tienes? -y un abogado de oficio sobrexplotado y poco interesado en su cliente lo defendió sin éxito de aquella falsa acusación de violación y asesinato en la que como prueba en contra sólo constaba el color de su piel.

-no tengo,
-¿no? ¿nada? -y al no tener ninguna última voluntad, le ejecutaron con el estómago vacío y los huevos llenos

uno de los componentes del pelotón de ejecución escuchó antes de la órden final: -¡Si le hubiera dado aquel puto cigarro!

Cuando se escuchó con potente voz:
-¡¡¡Fuego!!!
Él, tozudo iba a contestar: no tengo