Cagadas
Me estoy empezando a sentir pésimo de nuevo, la tos carraspea mi garganta y esta me pica cada vez más, me he convertido en una fábrica de mocos. No se que puede tener que ver lo mal que me siento con que ya no soy parte de ella, puede ser una coincidencia o estar fielmente relacionadas estas dos situaciones, el hecho cierto es que ya no estoy con ella y el resfrío me tiene hasta las masas. Esto es como un círculo, de esos viciosos. Las condiciones se preceden unas a otras formando una interminable y repetitiva secuencia de cosas que uno no quisiera ni soñar. En fin, la vida no es sueño; es vida y soñar es parte de ella, es algo real y plausible que condiciona nuestra existencia futura; la cagada que me mando hoy, es mierda para mañana, inevitablemente me la tendré que comer y el gustillo a mierda no sale fácil de la boca.
De las pocas cosas que se pueden realizar una vez echa la cagada es hacer todo rápido; entre antes se empiece, antes se termina. Asumir la cagada y reconocerla como tal es una de ellas, si no lo hacemos rápido podríamos estar comiendo mierda durante años hasta caer en cuenta del error y esto puede resultar ser demasiado tarde como para enmendar culpas, de echo es posible que tras muchos años comiendo mierda nos acostumbremos a su sabor y no queramos dejar de comerla, por miedo a cambiar la rutina o bien por haber olvidado que hay cosas mas ricas. Muchas veces pienso que hay gente ya habituada a comer mierda, desconozco el porcentaje y no me interesa saberlo, pero lo cierto es que la mierda se ofrece a destajo en cualquier parte y mandarse una cagada de las buenas no cuesta casi nada. Pues bien, hoy me he decidido a sentarme a la mesa y comerme una de las grandes, la torta es inmensa; acumulada tras años de cagadas y poca gestión redentora, temo con justa razón tomarle buen sabor a la mierda, de echo en cegueras esporádicas hasta la he disfrutado.
Quizás ya esté entendiendo toda esta cuestión del resfrío y la soledad; el resfrío servirá para no sentir tan fuerte el sabor a caca, al menos los primero bocados y la soledad me permitirá asistir a este repugnante banquete solo, cosa bastante más digna y decente que invitar a una hermosa mujer a comer mierda.
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