QUE NO CANTE EL CISNE
“Amo el canto del cenzontle
pájaro de cuatrocientas voces
amo el color del jade
y el enervante perfume de las flores
pero más amo a mi hermano: el hombre”.
Netzahualcóyotl
Siempre he pensado que los mexicanos tenemos alma de poetas. Lo llevamos en la sangre, y lo tenemos arraigado en el corazón, fermentado con el sentimiento. Claro, no tan excelsos como aquel rey de Texcoco.
Por supuesto, que nuestros ancestros, llámense Mayas, Aztecas, Olmecas o Teotihuacanos, eran culturas místicas altamente evolucionadas que tenían como figuras arquetípicas de su filosofía y religión a los cinco elementos de la naturaleza, como son: la tierra, el agua, el aire, el fuego y el éter.
Sus Dioses eran la fertilidad, la lluvia, el Sol, el trueno y la naturaleza en su conjunto. Y, ¿en dónde tiene su más fiel expresión la divinidad sino en lo etéreo, sobrenatural y hermoso? Entendiendo lo divino como una energía que nos anima, haciéndonos ytaspasar el umbral que divide lo racional de lo irracional; lo humano de lo inhumano; lo material de lo espiritual; lo particular de lo universal.
El poeta, es por su naturaleza, un vector o mensajero de lo excelso y lo sublime. Sus musas, han sido más frecuentemente: el amor, la belleza y la verdad. Justamente, los valores que son eternos y que sabios y maestros nos han recordado desde siempre.
Por ello, las metáforas los versos y las rimas, sabiamente administradas, pueden convertirse en un arma poderosa para convencer, motivar y despertar. Y según los entendidos, sigue siendo la pluma el arma más letal. Por ella se han derrumbado imperios y quebrantado voluntades. “La pluma es un arma más fuerte que la espada”, opinan.
Por lo mismo, invito a los amantes de la metáfora y rima, a que conjuntemos esfuerzos y nos unamos en torno a un propósito común, la defensa de la ecología y naturaleza en general, a través de un libro de poesía que sea único en su género, en donde cada uno ponga lo mejor de su inspiración y reflexión.
Un libro precioso, en donde se conjuguen sensibilidad y análisis; pero sobre todo, amor y justicia por lo que tenemos, nostalgia por lo que se ha ido, y preservación y cuidado por lo que vendrá. Un libro, que sea como un homenaje al silencio de la noche, junto al canto de las ranas y los grillos. Una alabanza a la naturaleza y una apología de nuestra creación.
Un libro, en donde se plasme la firme convicción de preservar nuestro hábitat natural y volver a nuestros orígenes; encontrar lo maravilloso que es vivir en comunión con la naturaleza. Un libro que lo mismo sea leído con deleite por un niño, que por un catedrático universitario. Un libro en donde podamos encontrar grandeza en una oruga o en un delfín, belleza en una flor, en un feto o en un coito.
Despojémonos, por una sola vez, del egocentrismo típico del creador. Del artista envanecido por su talento. De la soberbia, de la indiferencia y el “Yo soy”, que a fin de cuentas no somos nada, y si lo somos, lo somos en función de nuestro potencial de amar.
Crecemos más, cuando miramos en nuestro derredor y somos capaces de quebrantar nuestra inercia y apatía diciendo y aún gritando: "Quiero un mundo mejor para mí y mis semejantes”. Antes que sea demasiado tarde y los experimentos nucleares y “nuevas tecnologías”, acaben por destruir lo que queda.
Hay una poesía bellísima de un biólogo norteamericano llamado, Robert A. Brewer, que ilustra muy bien mi ideal, y fue lo que motivó a hacer esta convocatoria:
“¿Dónde estabas tú cuando las grandes ballenas pedían piedad
y los peces desaparecían de nuestros ríos envenenados?
¿Escribiste alguna carta?
¿Cantaste alguna canción?
¿O te quedaste sentado diciéndote que tu carta no sería leída ni tu canción escuchada?
¿Dónde estabas tú cuando la tierra comenzó a morir? “.
Necesitamos libros en donde se fomente la educación y nuestros valores, aunque esta vez sean exclusivamente ecológicos y medioambientales, que tanta falta nos hacen. Las especies nos lo agradecerán, y las futuras generaciones tal vez algún día se pregunten: ¿cuándo se comenzó a destruir el planeta? Y por ende, la pregunta obligada será: ¿quién lo erosionó y no hizo nada por detenerlo? La respuesta puede ser fatal y se antoja patética. Preguntémonos, cuántas especies hay desaparecidas hasta el momento.
“QUE NO CANTE EL CISNE”, es un libro que estoy escribiendo que tiene la finalidad de despertar inquietudes para la preservación de las especies y de la naturaleza. Un libro que seguramente podrán hacer muchas personas, resumiendo todo su esfuerzo y creatividad. Es obvio, que para defender a la naturaleza, hace falta algo más que un sólo libro; Hacen falta muchos libros; Hacen falta muchas voces, que formen precisamente un gran coro que resuene en nuestros oídos como martillazos en el firmamento.
Ah!, ¿por qué un título tan sugerente?... Esto viene en alusión a una anécdota curiosa, que encontré acerca de este bello espécimen. Se dice que los cisnes no cantan nunca, excepto una sola vez: esto es cuando ya van a morir. No permitamos que muera el cisne. Yuxtaponiendo la idea, no permitamos que se sigan extinguiendo las especies que ya no van a volver. No permitamos que muera la naturaleza. Estamos a tiempo de impedirlo aunque parezca un sueño y una locura intentarlo.
Después de todo, creo que los poetas somos soñadores que podemos crear con la mente mundos mucho más amables. Dicen los mentalistas y místicos que todo lo existente tiene su origen en una idea. Actualmente la tierra tiene vibraciones negativas en donde prevalecen el crimen y codicia. Cambiémoslas por pensamientos más edificantes.
Un libro bonito que tenga pensamientos de amor encontrará igualmente personas que vibren en la misma frecuencia. Encontrará seres que tengan igual intención de preservar el planeta. La edición se abrirá paso por sí sola por la misma naturaleza del texto.
©josedecadiz
José de Cádiz Molina Ubaldo
Acapulco Gro. México |