RIO-DELIRIO
Hace ya mucho tiempo que no había estado en aquel remanso, junto a aquel rió envejecido de recuerdos, tan lejanos como el tiempo que se fue.
Cobijada a la sombra de un añoso árbol, me quede mirando pasar las horas. La tarde llego y al caer el crepúsculo se hizo el silencio y en la penumbra, el río parecía mas hondo y tranquilo meciendo suavemente el reflejo de la luna.
Río, he venido hasta tu orilla, con la necesidad inmensa de beber tu paz. Hoy te vuelvo a ver, río-agua de mi infancia, florecido de lirios. Tú me viste crecer, tú me viste partir y hoy nos volvemos a ver. ¿Cómo pudiera aprisionar tu esencia de cristal entre mis manos y fundirla en mi corazón!
Te miro, me miras; me miras y callas eternamente; me contemplo en ti y me asombro al ver mi reflejo en donde diviso mi alma.
Hoy me siento extraña dueña de todas las añoranzas y melancolías con una sensación de sed y cansancio como si hubiera trajinado eternamente por los caminos de la vida. Me siento efímera en el itinerario del tiempo, extraña en esta tierra mía; me contemplo largamente sumergida en tu hondura y siento fundirme en tu líquida fontana. Es la última hora de la tarde; en el cielo solo hay una estrella ¡mi estrella!, que se eleva en el horizonte como límite entre la luz y las sombras. Me acerco hasta tu abismo con aquella fascinación irresistible de siempre, porque yo sé que en ti está mi está mi esencia, el inicio de mis latidos, la génesis de la vida.
Alucinada bebo de tu esplendorosa transparencia hasta la embriaguez del éxtasis; entonces todo lo que a mi alrededor es conocido, el momento lo conmociona y lo vuelve desconocido y extraño. Mi mente se escapa a las leyes del tiempo, atónita veo que mi imagen lentamente se separa de mi cuerpo y se corporiza en tu espejo y desde allí me mira y me invita a la aventura de buscar el secreto de los arcanos, a despertar mis recuerdos y encontrar en tu espacio inmenso las respuestas a mi destino.
Estoy viendo lo que nunca nadie vio: un espejismo de imágenes que salen de ti y cruzan en silencio. Al principio como una mancha, como un esbozo, y después nítidas imágenes que reconstruyen mi vida en los hitos más buenos y queridos. Me veo empinada sobre mis pequeños pies desnudos recogiendo del cielo gavillas de estrellas, lo más simple y pequeña … y después…con estatura de colegiala en uniforme color de luna y olor a café y miel, con trenzas de jilgueros y sauces florecidos en lazos de arco iris, mis sueños juegan a la rayuela en el parque, en la vereda y en el patio de la escuela; cargo un carril repleto de ilusiones nuevas y pinto mis cuadernos con corazones tiernos que empiezan a palpitar que quieren conocer la vida y amar. He andado ligera, no se cuantas primaveras, y el alba me sorprende con un libro de poemas y cantos de amor bajo mi almohada.
La visión es clara, las imágenes cruzan rápidas, sonrientes y en silencio; me miran fijamente como Argos con cien ojos escrutantes…tengo ya aquella edad de las ansias juveniles inconstantes y desbordadas que quieren saberlo todo, que quieren tenerlo todo y luego se dispersan al viento como cruces, como anclas, como corazones como emblemas y banderas para pronto desvanecerse en azules tormentas.
Las imágenes y el tiempo trascurren fugaces y siento que el corazón se yergue entonando un himno a la vida. Es el tiempo feliz de vientres fecundos, de frescor de manantiales, de olor a retamas florecidas. Es el tiempo del amor temprano, del amor primero, del primero y único amor. Se encienden primaveras en mi cuerpo y brota de mis ansias la vida, generosa a raudales, perpetuando mi sangre por siempre en los cuatro puntos cardinales.
…Cruzan las imágenes, en silencio, son mezcla de tiempo y eternidad, las contemplo anhelando alcanzar su hondura.
¡OH enigmático misterio de las aguas tranquilas como espejos! Todo lo ven, todo lo copian y nos lo muestran, contemplándonos silentes y sin más memoria que la del fugaz reflejo.
…Poco a poco las imágenes se tornan lentas, pesadas, densas como bruma arrastran el peso de los siglos, en los últimos reflejos busco la visión postrera de mi rostro con huellas de todos los lustros que han transcurrido dejando su marca indeleble en los surcos de mi frente, plateando mis sienes y poblando de eriales mi corazón. Las caídas hondas, los dolores profundos, las inmensas soledades dejan su cicatriz como señal de que hemos vivido… ¿¡Qué seria si todo fuera tan simple!? . ¿Si no fuéramos a la vez instante y eternidad, lucha y sosiego?, ¿qué sería si no hubiese algo más lejano y misterioso que no acertamos a comprender?
Las imágenes cruzan en silencio, sutiles, etéreas. Como visión que se esfuma, que se desvanece. Que se vuelve recuerdo trasparente, que se va, que se pierde, que me mira con pena y me dice adiós, adiós para siempre.
Ya no hay imágenes: el silencio es total, es silencio de soledad que duele que espanta, la noche, el tiempo, la soledad pugnan por aniquilar mi herranza, una lucha de cimas y abismos conmocionan mi interior. Entonces todo mi ser se defiende vistiendo su cuerpo inmortal, transformando el sentido de la muerte, que ya no es muerte-exterminio sino que le da a la vida un comienzo sin fin; una alianza que me promete una tierra nueva en donde renaceré eterna, Yo misma bajo un oráculo nuevo.
Empieza a amanecer y me acerco hasta tu orilla y en el laberinto de tu espejo brillo y me propago sintiéndome libremente prisionera de tu agua.
El momento es de quietud y hondura, estoy tranquila, sin prisas, sin angustias, en silencio. De pie en el medio día de mi existencia, agradecida por todo cuanto encontré en el sendero de la vida. Absorta en este momento de misterio me pregunto ¿quién ha puesto esta paz en mi?, ¿quién?, ¿quién me sostiene?, ¿quién me guía hacia la plenitud de mi estado primero en donde me busco y me encuentro a mi misma queriendo ser una con la verdad y la vida.
Me sumerio en tu agua y cruzo confiada hacia la otra orilla, las gotas trasparentes saltan en miles de pedazos que son fragmentos vivos de imágenes que son toda mi vida, que se mezclan en el mágico y lúdico encanto de un calidoscopio de luces y colores que reproduce de una manera prodigiosa lo que fui, lo que soy, y lo que seré en imágenes proféticas, que ríen y lloran, que se pierden y se hallan, que viven y mueren, que gritan y callan…y callan…y después la calma, el silencio, y el reflejo transparente del todo y de la nada.
Zoila Isabel Loyola Román
ziloyola@utpl.edu.ec
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