Momentos de la vida que a prueba nos ponen, sin saber a ciencia cierta ni el cómo, ni el por qué.
Rescato la esencia de mi amor, ese limpio y puro amor, que ayer me llenó de emocionada alegría y hoy ya secó el manantial de mis ojos, roto el dique de las palabras y los tiempos. Roca dura como el pedernal, contra la que chocaron mis ilusiones y mis anhelos, golpeando sin misericordia mis cuerdas más sensibles, matando, tal vez, ese, quizá, mi mejor e irrepetible momento de encuentro con la luz de la vida misma, pero dejándome la certeza de que la esperanza alumbrará mi alma y la guiará, al encuentro de la definitiva realidad, en la cual, dos seres se amarán, brindando lo mejor de si y recibiendo lo mejor del otro, y que eso les alcance para ser felices.
Al fín y al cabo, ¿no es la felicidad, un montón de momentos compartidos, en los cuales fundidos el uno con el otro, darán forma, a la maravillosa sensación de dicha eterna?
Miro hacia adelante y parto en mi vuelo de ilusión, rumbo a la felicidad. |