Ella está ahí, jalando a la niña
mientras sus ojos buscan adueñarse
del sol que aprieta su espalda
de las hojas secas que caen,
del viento que levanta su falda
y descubre que no hay enojo
que pueda contrariarle.
Ella jala a la niña
apurando el paso
antes que las nubes blancas
se conviertan en negras
y la lluvia se apodere
de la voluntad de la gente.
Ella jala a la niña
y su larga cabellera
es como un manto del silencio
ondeando en la tarde nubosa de invierno.
Texto agregado el 07-06-2010, y leído por 147
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Lectores Opinan
07-06-2010
Un muy buen poema. Felicitaciones y mis estrellas. Magda gmmagdalena
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