mierda, esas tetas no me cabían en la mano, ¿son natulales? le solté con un hilillo de voz y con otro de baba, y vaya culo, mis manos fueron hechas para apretarlo, clavar dedos, amasarlo, pellizcarlo con las palmas, palmearlo a diversa intensidad, morderlo, besarlo negramente, desayunar sobre él, usarlo de almohada y tantas y tantas cosas mas, ais...
Se llamaba María Magdalena, ¿cómo no comérsela con ese dulce nombre? su edad 23 primaveras; su éxodo, llegarse hasta el inframundo; su pecado, no llevar cinturón de castidad, ni tan siquiera bragas; su penitencia, recibir el santo sacramento tras alzarse el manto de ex-vírgen; su martirio, la tea de azotar ateos; su redención, hábilmente conseguida por esas caderas divinas vertiendo el agua bendita de su santo cáliz, sobre el cirio pascual, apagando su fuego y poniendo perdidita la sábana santa; su promesa, volver a menudo a adorar al falso ídolo. |