Sólo tres avemarías,
mi alma.
Sólo tres avemarías
fueron
las que embrujaron la noche.
Y ¡ay¡… que me enamoré
de una niña,
Oye.
Me enamore de una niña,
mi aliento,
Cubierta por más de cien tules.
lucía su corpiñito,
Pues… que me lucía un corpiño,
cielo
de uvas y de alelíes
que deslumbraba a la luna,
oye:
Que deslumbraba a la luna,
que se fue a vivir
con ella.
Y que para esa noche trajo,
¿Sabes mi vida?
Y que para esa noche trajo
un collarcito de estrellas.
Vaya
Un collarcito se trajo
que encegueciese a la niña.
Que la encegueciese a ella
que entre jazmineros brinca
vamos
y que con los grillos canta,
mira
y que con los grillitos canta
y ríe con el agua fresca.
Un prendedor de rubíes,
mi alma
Un prendedor de rubíes
fuera
el que con mi sangre haría.
Para alhajar a la niña,
oye
y que mucho amor
le daría,
vaya amor que le daría…
entre beso
y poesía.
Que por “esta” juraría
Por cierto que juraría
Que le bajaría las nubes,
¿sabes?
para que se cumpliese el sueño,
vaya
para que se cumpliese
un sueño…
de fandango y romería.
Mucho poquito y la nada,
mira
Nadita y nada se alejan.
Oye
Y por mucho que he de quererla,
madre
Así por mucha ha de ser mi pena
Que aquella niña me cause.
Oye
Que aquella niña me cause
y arrebatase mi vida
o que tal vez me
perdiese
donde la desgracia nace.
LUIS ALBERTO GONTADE ORSINI
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Etiquetas: Poema
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