Tras un período de soledad y abandono, donde solo oigo el murmullo de alguna calle, me llega el eco de tu voz, viene a través de las ondas, recorriendo mares y montañas, son palabras de consuelo, las que necesito para seguir viviendo. Ya me acostumbré a la oscuridad, mis ojos pueden ver entre las sombras, estás a veces crecen y se hacen árbol o tal vez rosa, otras dibujan tu silueta que se escurre entre mis dedos y por un instante te puedo abrazar. La noción del tiempo se me escapa, sé los días que llevo aquí encerrado por las muescas que mis uñas dejan entre estas paredes, ya van 384 días, sin luz , sin ver ni hablar con nadie, sin saber que pasa fuera de estás paredes. Intento recordar que paso para hallarme en está situación, que delito cometí, no he matado a nadie, no he infringido ninguna ley. Tengo algún recuerdo vago, algunas escenas vienen a mi mente sin orden ni sentido. Recuerdo como alguien golpeo la puerta de mi casa, como consiguieron entrar dando voces. Eran hombres armados y pistola en mano me sacaron de casa. Mi madre lloraba en el rellano. Mi padre miraba todo aquello horrorizado: -Tranquilo, Pablo, decía, pronto volverás a casa. No te va a pasar nada. Pero su cara era de pánico. Sabía lo que iba a pasar, lo había visto en mucha gente. En la comisaría llegaron los golpes, las torturas, las vejaciones, el dolor, el miedo… Mi cuerpo aún no se ha recuperado, el dolor ha ido cediendo, ya me puedo estirar y las heridas han cicatrizado. Ahora necesito curar mi alma pero no sé como hacerlo. Sé que no soy el único que estoy en está situación, que somos muchos los jóvenes idealistas que creímos en un mundo mejor, que podíamos cambiar las cosas. Militamos en un partido, hablábamos de política, de un mejor reparto de la riqueza, de libertad, ese fue nuestro delito. Sé que muchos compañeros han desaparecido, que muchos han dejado de existir. Yo al menos estoy aquí y de momento me dejan tranquilo. He de mantener mis fuerzas, esto tiene que acabar algún día y mi voz será la de todos los que se fueron. Todo el tiempo pienso en ti, la de veces que discutimos, vos diciendo que teníamos que salir de toda esa mierda, ir a Europa, emprender una nueva vida. Y yo siempre con lo mismo, que había que luchar, cambiar las cosas. La libertad, todo eso que ahora entre estas paredes parece una maldita broma. Lo único que me da vida es saber que vos estás allá, que te fuiste llevándote un trocito de mí. Daría cualquier cosa por tener un lapicero, un bolígrafo, cualquier papel con el que escribir está carta, pero escribo con mi dedo en el suelo, en las paredes, sobre mi pecho a veces. Quisiera tener algo entre mis manos, cualquier herramienta con la que matar el tiempo, una navaja y un trozo de madera donde tallarte, unas pinturas donde pintar colores y perderme en ellos, un pico y una pala, pero todo se me niega. Solo puedo usar mi cabeza y he aprendido a hacerlo bien, a no comerme el coco con todo esto. Aprendí a volar, a construir castillos en el aire, a tender puentes sobre el viento. Dentro de un rato me subiré en mi avión de papel, atravesaré el Río de la Plata, cruzaré el charco y llegaré a los píes de la torre Eiffel donde estarás vos con tu suéter azul y esa falda plisada que tan bien te sienta y llevarás una baget recién horneada con un buen trozo de queso y me lo comeré todo y después de comeré a ti, mi amor, a besos.
13-11- 2008- GRACIA GALÁN. |