La sala ya está a oscuras.
En el escenario una luz solitaria ilumina a un pedestal de plata de cerca de un metro de alto.
La columna, brillante y con esmeraldas y rubíes incrustados en sus extremos labrados, prepara el ánimo para algo esplendoroso.
Unos acordes sinfónicos han anunciado el comienzo del acto.
En los asientos, los espectadores buscamos ansiosamente, con los ojos como búho, en la oscuridad cerrada de los cortinados negros.
La música imponente acelera nuestros latidos.
Una excitante y voluptuosa mujer, con sus piernas desnudas, entra al escenario, ondulando su cuerpo al caminar, acompañando la sensualidad de los oboes.
La seductora silueta ahora coloca sobre el pedestal un delicado paño de seda bordada con hilos dorados y se desplaza a un costado, mirando al público. Sonríe desafiante.
Si no me equivoco, todos la estamos mirando sólo a ella.
No giro la cabeza para confirmarlo.
Levanta sus brazos hacia el lado opuesto del escenario y señala con ambas palmas el lugar al que tenemos que mirar. El reflector que la ilumina se reduce hasta ocultarla en la negrura.
La música acompaña con el protagonismo de los timbales y una potente luz descubre la imagen del mago, cuando las trompetas suenan a gloria.
El anciano mago se me figura como un caballero poderoso e inquietante. Siento que me mira a los ojos pero se que no es posible en la oscuridad derramada sobre el público en el que estoy.
La barba no permite ver el jabot de su camisa pero no por éso deja de ser una figura elegante en un frack impecable. La imagen se agiganta cuando la orquesta emprende algo como un "allegro mestuoso" de Brahms mientras él se desplaza, mirándonos, al centro del escenario.
Luz, sonido y movimiento... todo perfectamente sincronizado, como es obvio.
Se calla la orquesta y sólo queda el sonido de una flauta traversa que parece ser comandada por los movimientos del mago ya enfrentado al espléndido pedestal.
Sus manos se levantan y comienzan una danza hipnótica sobre la seda, como acariciando algo que no vemos. La musica se vuelve cada vez más aguda y vertiginosa.
Los timbales se agregan. Luego los redoblantes.
Todos los instrumentos estallan impetuosamente cuando el mago hace un ampuloso y enérgico movimiento con sus brazos y sus manos.
Una explosión de luz nos enceguece... y, entonces, aparece de la nada, inmóvil como si siempre hubiese estado allí, sólo oculta por el poder del mago.
Es indescriptible. Inesperada. Casi inconcebible.
Un "Oooohh!!" generalizado precede a un profundo silencio del público. No hay risas ni comentarios, ni murmullos, ni toses.
El mago nos mira con orgullo y suficiencia.
De pronto, su voz destruye el mutismo como a una cucaracha.
__ Aquí la tenéis -dice- Ésta es. Todos y cada uno de vosotros la podéis reconocer y por fin está ante vosotros. No desperdiciéis este momento...
Me quedo mirándola absorto. Creo que mi boca está abierta. Y supongo que la de los otros también.
"No puede ser" me digo... "¿Como es posible?"...
__ Es maravillosa -escucho decir a mis espaldas y el adjetivo me asombra.
__ ¡CUánta luz! -dice alguien a mi lado... y vuelvo a asombrarme.
__ ¡¡Que asco, Dios, qué horror !! ¡¡QUé terrible!! -dice una mujer delante mío y se larga a llorar.
Lo que a mí me impacta son sus formas retorcidas y difusas. Esa especie de nebulosa que desdibuja sus contornos oscuros, grisáceos. Si no supiera que es ella, realmente, dudaría como siempre.
__ ¡¡Prendan la luz, prendan la luz!! -escucho gritar desgarradoramentea alguien a lo lejos.
El mago nos mira a todos pero yo siento que, a la vez, nos ignora, nos niega.
Por fin vuelve a hablar.
__ Les agradezco vuestro interés, que me honra. Los que puedan volver algún día, serán bienvenidos... pero no voy a prometerles que mi espectáculo siga igual. Con seguridad que no lo será.
Levanta las manos y siento que una piedra me aplasta el pecho.
Los timbales irrumpen cuando las baja y todo desaparece en una oscuridad y un silencio total.
Otra vez, y obviamente, la sincronízación es perfecta.
No hay aplausos, no hay vítores, no hay murmullos. Adivino que mi rostro congelado y confundido es el rostro de todos.
Como en una caverna en la noche, resuena la voz del Mago Cronus: "La visteis... pero ya me la he llevado... ya no está ante vosotros... ya no está... Nada por aquí, nada por allá...".
De a poco nos empezamos a levantar en medio de la noche de la sala... Palpando, con los brazos extendidos y tropezando, todos nos encaminos hacia donde creemos que está la salida...
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