a lo largo de tantas vidas he respirado... unas veces fui culpable, otras inocente, pero siempre fui yo, detrás de tanta inconsciencia, detrás de tantas vivencias... debo decir que este libro me ha costado una eternidad... punto a punto he cruzado océanos de experiencias... si tuviera un canal cómo canalizar mis vivencias, esta sería tan hermosa, llena de luces y símbolos, llenas de silencios y gritos, de muerte, soledad y tanta alegría... si tuviera que decir algo importante eso es que aprendí a amar... sentado en la ventana de una casa, a lo lejos divisé una manada de aves, de variados colores, bailando con el amor de un creador sin maldad, quise ser feliz tantas veces, quise llorar sobre el pecho de mi padre, quise reír de dicha y felicidad, pero, aquí estoy, sentado en la ventana de una casa, sin saber de dónde vive ni hacía dónde voy... muchas veces prefiero ser como mi perro, esperando mi llegada, para así salir al campo, correr por su verdor, correr porque sí, y volver a casa, sabiendo que mas tarde volveré...

tenía un libro en la mano... tenía tantas cosas que decir, pero, al igual a un viejo juego de naipes, eché mis cartas sobre las manos del tiempo y el espacio... es hermoso saber que vivo en este instante, sabiendo que tengo tantos mas, prestados, eso sí, prestados...

mi cuerpo yace sobre este instante y siento que nada es mío, que el tiempo es como un gato, arañando mis carnes, llevándome a sueño negro... levanto mis manos hacia un cielo precioso y siento que toco el infinito, con los ojos cerrados...

ya dentro de mi casa, sentado en mi escritorio, he pensado en mis mas grandes anhelos... me he reído al saber que nada es para siempre, y estos anhelos tampoco lo son... ¿qué es lo que tengo?... este instante... solamente este instante, aliento tras aliento, encerrando este texto en bella música que suena en mi adentro, pues las notas no son mas que vibraciones, gotas cayendo en un lago triste, orlado su destino... esta es mi canción, llena de silencios, eternos silencios, sobre el lienzo de un ahora y un aliento, largo como una eternidad en un punto sin final...