don sapo tenía una alfombra mágica que alcanzaba a cubrir un elefante, y cuando se tapaba con ese ropón, se convertía en cualquier animal, .... hasta en un león
- ¿ me podría usted transformar en loro para hacerle una broma a mi amigo el tucán, ese…. el charlatán ? -, preguntó el zorro
y por un mango que llevaba en la mano el zorro, el sapo accedió y con la alfombra lo tapó
- de inmediato el tucán me reconoció y vengo pues a decirle, que su alfombra no es tan mágica y a pedirle me devuelva el mango -, dijo el zorro al sapo
- ¿ cómo hizo usted don tucán para reconocer al zorro y tiene alguna queja contra él ? -, le preguntó el sapo
- ¡ sencillo !, por los corazoncitos rojos de su calzoncillo, pero su treta no sirvió para tomar el queso que cargaba yo -, contestó el tucán
- me ha querido usted suplantar y al tucán, otra vez robar, y por tal, voy a poner las quejas a doña zorra su señora esposa, sea ella quien elija la manera de a usted castigar -, dijo el loro al zorro
- prometo a ustedes y bajo la gravedad de juramento, a partir de la fecha portarme bien, pero por favor amigo loro, olvide usted esa queja, mi compañera solo botó el paraguas, pero conservó la escoba vieja
- pues bien mi querido zorro, ¡ ya no hay nada que hacer !, en mi barriga su mango está reposando
aprendamos de esta lección, usted señor zorro, que para conseguir cualquier pedazo de pan hay que trabajar y dejar de ser burletas y holgazán,
y yo, que a ningún pillo debo volver ayudar y en esta alfombra nunca más volver a confiar -, concluyó el sapo
con el paso del tiempo la alfombra se deterioró y para Dios, la verdad en la selva, a su lugar volvió
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