Entre humo de cigarro y entre cocktails, entre el barullo de la conversación y de la aparente felicidad…vuelves a mi cabeza. Vuelvo a arrepentirme de no haber cogido cualquier día un tren y volver a la ciudad que conspiró para que nos cruzásemos.

Aquellas noches en vela, aquellas noches perfumadas de muerte de primavera, de alumbramientos de verano inquieto…cuando sabíamos que todo se agotaba, que kilómetros de desidia secarían las estrellas que me enseñaste a contar.
Milímetros de mi piel ahora solitarios, se erizan y conmueven…sabiendo que no se reencontrarán más con tus manos, que nuestros sinos están irremediablemente bifurcados…

Sólo me queda la resignación de aceptar que de tu boca no saldrá más mi nombre, ni tus palabras empapadas de magia, ni los susurros que me hacían dormir…

Vamos...que toda esta gente no me vea llorar. Aguanta…como siempre supiste hacerlo.

Creo que pediré otra copa.

¿Con sabor a mis recuerdos?

No.

Con sabor a mi presente.