LA AUSENCIA DEL NO, EN LA MODERNIDAD.
He podido comprobar en una reunión de jóvenes padres, la carencia de limites que tienen los niños hoy día.
Los padres modernos, sólo aplican el si, en casa propia y en la ajena.
Permisivos, las criaturas rompen toda norma de convivencia, con la anuencia de sus progenitores, donde el compartir la mesa familiar y de amigos, es motivo de discusiones, hilaridad, llanto, risas, interrupciones, molestias para ir al baño. No querer comer lo que se les sirve, pedir gaseosas antes de las comida, no acatar pedidos ni ruegos, almorzar de forma desprolija. En el plato en la mesa y en el suelo, siempre aparecen restos de alimentos no tocados.
Beneficios de los animalitos que esperan a los pies de los menores a sabiendas de que algo podrá recibir. Estas visiones me superan, vengo de un hogar donde la mesa grande era para los mayores, una más chica para los chicos, bajo la tutela de un adulto. Así disfrutaban todos, grandes y menores. Era un merito del crecimiento y de buenos modales pasar de una mesa a la otra.
Como el primer par de medias de seda a la adolescente y el pantalón largo a los varones.
Mis hijos fueron criados igual, a medida que crecían, hacían notar con sus amigos el descontento de esa separación. Los amigos no vivian ese modelo, ya los padres descontentos por eso lo habían roto, incorporándolos ni bien se sentaba en la silla alta al bebe, a la mesa con los grandes.
¿Por qué fue así?
Pienso que por haberles agotado el tema de conversación o mejor, optar por el silencio. Y se hizo uso de un menor para sobrellevar ese denso modo que le había ganado. Mejor, no tocar ciertos temas, la excusa estaba a la vista. No se puede hablar con el crío, que fue joven después.
Así pasan los años, el muchacho o la muchacha, ya son adultos y padres. Llevan el peso de la modernidad a flor de piel, todo lo saben, todo lo discuten y rompen tradiciones.
Hoy escandalizan lo que han logrado, divisiones de matrimonios, hijos de parejas desparejas. Entre los bajitos, aunque la tengan reclara, hay interrogantes que no formulan ni menos podrán ser esclarecidos.
Una reunión familiar es motivo de stress, hablada o no. Han perdido iniciativas, no saben como hacer ni decidir que es lo mejor. Recuerdan su niñez, los jovenes adultos miran con el ceño fruncido a los mayores, y por ende los niños que no saben el por que son mirados así, piden a gritos que alguien, padres o abuelos alguna vez le digan: ¡No!
Entre tanto escuchamos decir y repetir que cada criatura llegado al mundo es un monstruito que rompe esquemas.
Cuando fui madre no me agradó ese concepto de mis hijas, tuve que cerrar la boca del pediatra, desconocedor o pasando por alto cómo se concebia cada hijo.
Hay padres que enarbolan esa bandera de lo dicho por el profesional y los impúber, pasan a ser motin de guerra de sus padres, únicos responsables de una modernidad que no ha sabido poner límites en el momento y lugar adecuados.
Cabe el interrogantes los bi y tataranietos en un futuro mediatico. No me convence que digan y escuchar decir: Los pequeños la tienen bien clara. ¿En que modelo se miran, cuál es el que se les vende? ¿ El de los padres que toleran todo? ¿O el de los mayores que todo lo aceptaban resignadamente?
Sólo espero, confío y deseo de todo corazón que logren encontrar ese punto medio de no extender ese arco hasta su limite y desear pararse a tiempo.
|