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Inicio / Cuenteros Locales / reto_walas_poirot / La Importancia de un Índice

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Cuando se abrió violentamente la puerta de su despacho el inspector Bernard tuvo el presentimiento de que aquel iba a ser otro día de mierda.

- Señor, ha aparecido otro.

Otro. Con éste ya iban cuatro. Cogió por enésima vez el expediente del caso, tan familiar ya como el periódico de la mañana y volvió a mirar las fotos: las víctimas yacían en el suelo, estranguladas, con la mano derecha extendida como si señalaran algo mas allá de lo que obviamente podían ver ya, pero con un detalle significativo: el dedo índice había sido cortado y colocado a un lado. Una foto le obsesionaba particularmente: un pobre dedo insignificante en una bolsa de pruebas. Eso quedaba de una vida. Evidentemente era un mensaje, una seña de identidad del modus operandi de otro loco.

- ¿Alguna pista?

- Creo que tenemos una huella, señor. La estamos identificando en este momento.

- Vaya, es la única noticia buena que hemos tenido últimamente. ¡Quiero resultados y los quiero ya, McAllen! El alcalde y el fiscal me están jodiendo vivo, hay demasiados intereses en juego. Déle un nombre a esa huella y vaya inmediatamente por él.

- ¡Ya mismo, señor!

El comisario se queda sólo de nuevo en el despacho. Tres meses sólo para jubilarse y justo ahora tenía que aparecer un asesino en serie. ¡Malditas películas de Hollywood! No hacen más que darles ideas.

Siete horas más tarde suena el teléfono.

- ¡Le tenemos, inspector! Pillado in fraganti con su última víctima en el apartamento. El muy desgraciado no quiso rendirse y hemos tenido que abatirle.

El agotado inspector siente el mayor alivio de su carrera, ahora podrá retirarse con un último éxito. La foto es portada en los periódicos: Bernard sonriendo le da la mano a McAllen, brazo en cabestrillo a consecuencia del tiroteo, mientras el alcalde los felicita a ambos. La televisión no deja de repetir la historia: el asesino, Hans Voralberg, quería deshacerse de su mujer y su retorcido plan consistía en simular ser un psicópata y asesinar primero a unas prostitutas para después hacer pasar el crimen de su esposa por uno más de la serie. Por fin, caso cerrado.

Algunos años más tarde se abre de nuevo la puerta del despacho del inspector, aunque ahora es McAllen el nombre que aparece escrito en la puerta.

- Disculpe que le moleste, inspector. Soy nuevo y me han enviado a ordenar los archivos de pruebas y venía a decirle que me falta un índice.

- ¿Sabe? Yo pensé lo mismo en mi primer día aquí. Un desastre de organización y clasificación, así no se podía trabajar.

- Perdone, creo que no me explicado bien. Lo que quería decir es que falta un dedo índice, del caso Voralberg. ¿Lo recuerda? Una historia tremenda, lo fácil que se puede pasar del amor al odio.

- Bueno, en algunos casos ‘desdeñar, como odiar, son formas de preferir’.

El inspector McAllen sonríe mientras la memoria le traslada de nuevo, ¿cuánto? ¿siete años atrás? a aquellos meses tan frenéticos. El bueno del inspector Bernard a punto de jubilarse, las luchas intestinas por ver quien le sucedería, y el caso Voralberg. Hacía tiempo que ya no pensaba en ello, o más bien en ella: Anne Voralberg. Aún podía oler el perfume que llevaba el día que vino a la comisaría para hablar de los celos enfermizos de su marido. Mientras la observaba las ideas bullían en su cabeza. No tardó mucho en tener la suficiente confianza con ella para visitar su casa y por supuesto su cama.

El pobre Hans vivía atormentado por las supuestas aventuras de su mujer, muchas de ellas imaginarias, y otras no tanto. Aún podía ver su cara de sorpresa cuando llegó a casa y encontró el cuerpo sin vida de Anne tirado en el salón. Tampoco es que le diera mucho tiempo a asimilar lo ocurrido, un disparo atravesó certeramente su corazón, que por fin descansó en paz. Luego tuvo que prepararlo todo para que Hans le disparara a él en el brazo.

Con lo bien que lo había organizado todo, lo sorprendentemente fácil que había sido con las prostitutas, la parafernalia de los dedos, falsificar la huella de Hans, y no había contado con que el dolor de mil demonios del brazo no le dejaría pensar con la claridad suficiente para dejar el dedo cortado de Anne sin sus huellas. El momento más crítico fue sin duda hacerlo desaparecer. A fin de cuentas, todos deseaban un caso cerrado: el inspector para jubilarse en la cima y el alcalde para la reelección. Nadie se preocupó demasiado de revisar su informe y por otra parte ya no hubo más crímenes.

El detalle más genial había sido comentar días antes con el inspector, así como quien no quiere la cosa, el último libro que había leído (cómo odiaba las burlas de sus compañeros porque siempre estaba leyendo). El protagonista quiere deshacerse de su mujer y para ello comete primero unos crímenes dejando una guía de ferrocarriles junto al cadáver, de tal forma que el nombre de la víctima siguiera el orden alfabético. Así, cuando por fin matara a su esposa, parecería una más en la secuencia. Era cuestión de tiempo que al inspector se le ocurriera a él solito la misma idea con Hans…

- ¿Señor? ¿Qué hacemos con lo del dedo?

- Ah, no se preocupe, no tiene mayor importancia. ¿Sabe una cosa? Me gusta su dedicación y atención. Siga así, llegará lejos en esta comisaría.

El inspector se queda sólo de nuevo en el despacho. La verdad – piensa – es que cuando llegué aquí y me mandaron a los archivos lo primero que me dije es que necesitaría un índice para poder progresar en mi trabajo. ¡Al final me hicieron falta cinco!

Las carcajadas resuenan en toda la comisaría y más de uno piensa que igual es un buen momento para pedir un aumento, visto el buen humor que tiene hoy el inspector.

Texto agregado el 01-06-2010, y leído por 476 visitantes. (11 votos)


Lectores Opinan
20-06-2010 Esta historia quizá daba para más. Habiendo tenido espacio para profundizar en la psicología de los personajes, te habría quedado más rico y nadie te habría comparado con nada. Sí me falló un poco que la resolución llegue pronto, me tienes acostumbrada a finales sorpresas y al haber leído tu cuento sabiendo que era tuyo me he decepcionado al no encontrarlo. De verdad, esperaba un giro de tuerca. Me tienes mal acostumbrada. Selkis
14-06-2010 sigue chingando a su madre el josejulio. Seguro el muy idiota se cree todo lo que dice.- Voy a votar.- _rhcastro
14-06-2010 Muy bueno también louyann_
07-06-2010 Este cuento me ha gustado tambièn pero lo siento un poco mas rebuscado y poco claro. Algo de interès se pierde (en vez de ganar) en la recta final del cuento. tigrilla
07-06-2010 MMMM MUY BUENO AHORA TENGO QUE DECIDIR... divinaluna
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