Lloro en silencio y sufro por dentro, busco apoyo o al menos ideas y lo que encuentro es mas confusión, el camino parece aclararse, pero las sombras que aun yacen al rededor de el susurran dudas, quienes me ven caminar dicen que detrás de ese brillo hay tristeza, yo en cambio solo levanto mis manos a mi señor buscando consuelo al dolor que se avecina e imploro que si alguna vez pedí poner a prueba el amor que siento por ti, juro que me arrepiento de haberlo hecho y sellare mi boca con la sangre que brote de mi lengua.
Mi condición no me permite mostrar mi dolor, ni mis dichas o al menos mis sueños mas presentes, eso se me a enseñado que es de humanos, eso que me hace débil aunque la empuñadura de mi afilada espada y las huellas en mi piel de batallas interminables fortalezcan mi ferocidad, no hay nada inhumano en mi credo ni en mi clamor.
Aunque le pidiera a Dios morir, no me lo permitiría porque al igual que todo padre que ama, preferiría que su hijo sufra años de dolor y no una insufrible eternidad, pueda que me equivoque mil veces y mil veces logre levantarme, pero cuando el yugo de la carga mas pesada recae mayormente sobre mis cansados y maltrechos hombros es en ese momento que la mas firme sinceridad del alma brota como agua al vapor del fuego volcánico, grita y parece desollar todo lo que encuentre a su paso tal como se podría idealizar al amor mismo.
Pero surge en mi esa pregunta que le aclamo a Dios y que solo el puede responderme, pero a preferido dejarme a mi libre albedrio, lo cual no es desde mi perspectiva mi parte mas inteligente, así sigo mis días soñando con el momento preciso en que todo sea consumido por el amor o por el error.
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