Aquí estoy como cada tarde, apurando una taza de café, haciendo que dure.Miro la calle y piendo que en cualquier momento puedes aparecer. De pronto se levanta una tormena,el viento azota, llevándose todo lo que encuentra a su paso. La gente se levanta y sale corriendo pero yo no consiguo meverme, estoy clavada en la silla.Mis ojos se pierden tras una bolsa de papel que vuela libre,sin límites;mientras una lluvia que duele me golpea la piel y ahì siguo, parada.Pero algo se mueve por dentro,revolviendo mis entrañas.Hace falta que llegué un camarero con un paraguas para que al fin me levante.Vamos hasta la esquina;dice que no me preocupe por el paraguas,que ya se lo devolverè. Empapada entro en casa,bajo la maleta tantas veces perparada.Voy hasta la sala,donde está la manta recién tejida, esa con la nos arroparìamos en las noches frías, saco del armario la bufanda y el jersey que te hice a juego, ese que tuve que deshacer tantas veces; la sisa nunca se acomodaba a tu hombro. Meto todo en una bolsa y estoy a punto de prenderlo fuego, algo me hace pensar en la que se puede liar,tampoco es necesario quemar la casa. _Por favor, manden un taxi a desengaño 31.Bien, en diez minutos,gracias. La lluvia por fin a cesado y el viento està en calma. Le pido al taxista que me lleve a la estación.Antes paramos en la cafetería donde dejo el paraguas y la bolsa con la manta. Seguro que hay un tren a punto de partir. |