El rio rocoso iba dejando su canto penetrante en todo el paisaje, dando el ambiente perfecto para un encuentro…
Él estaba ahí, en medio del viejo puente, esperando ansioso la llegada de su amada, buscando palabras en medio de los bambúes, tratando de encontrar seguridad en frases memorizadas. Y la hora estaba cerca… ¡mas nervioso aun!
La espesa vegetación cubre de aromas salvajes y fragancias de flores al viejo puente, haciendo de este lugar en el mas fantástico de la comarca.
Él, tratando de ser el Don Juan que no era, memorizando palabras que no son suyas, las que para él son perfectas, sin saber que sus propias palabras dirían lo que ella quiere saber…, caminando de extremo a extremo del puente, sin poder parar, porque quieto no podía estar de los nervios que lo traicionaban, y el sólo imaginarse que el encuentro se acercaba, le hacían sudar las manos…
Rendido, sin poder memorizar nada se apoyó en un extremo del puente, descansado en las resistentes pero antiguas maderas, que fueron testigos de muchos encuentros como este, miraba hacia el cristalino rio y dejaba ir a su nerviosismo junto con las aguas, que libres se perdieron entre las suaves colinas del sur…

Ella llegó…

Al otro extremo del puente se divisaba una fina silueta que bajaba por las escaleras, casi brincando, jugando con las flores silvestres, ella parecía otra de ellas, la más hermosa, era asombroso ver como ella se ajustaba perfectamente al paisaje, y el ocaso… la bañaba de dorado a esa flor de ojos verdes y cabello liso, fue tan prodigioso ver que ni el mismo sol quisiese irse, sólo quería verla un poco mas antes de esconderse por las suaves colinas del oeste…

Él, al ver el cuadro más hermoso pintado por el mismo destino, y sentir un nuevo aroma, el de ella, un aroma delicado, fino y espontáneo que lo envolvía y hacía sentir sensaciones nunca pensadas, pues así, toda dorada, con la falda que seguía a la perfección la fina silueta y la blusa blanca marcaba ala flor mas hermosa. Él se sentía el joven mas afortunado, ya no le importaba frase alguna, él sólo la observó y la contempló en toda su belleza, en ese momento no afectaba las palabras, es más, podría arruinar el momento.
Se encontraron en medio del puente, se miraron fijamente, se expresaron todo lo que pensaban, no sé cuanto tiempo, los deje ahí y me escondí por las suabes colinas del oeste…


el mesiaz