Una fosa común se había improvisado a las afueras del pueblo
en los Altos de Jalisco, San Julián, la historia oficial dice que
fueron cientos, la realidad supero los mil, la mayoría del gobierno
federal. Este hecho hizo que Plutarco Elías Calles pusiera
más atención en aquella revuelta; ¿se le había
salido de las manos?, -aquellos “desarrapados” o “huarachudos” como
él les decía; siempre no eran inofensivos. Corría el
año de 1927 el mes de agosto, el polvo no dejaba cavar a los
“cristeros” con esfuerzos seguían trabajando en contra del viento y
los remolinos de tierra que el ventarrón levantaba. Victoriano se
desató el paliacate rojo que traía en el cuello, se
secó el sudor, resoplo y volvió a tomar el pico ¿Por
qué tanta sangre? él había colaborado en parte para
aquella masacre y aunque su razón decía que estaba del lado
de los “buenos” aquella realidad era cuestionable. Después de cavar
por 12 horas, se detuvo; meditabundo sentado en el montón de tierra,
se preparó con parsimonia y como queriendo congelar el tiempo un
cigarro de hoja: de la bolsa de su camisa y envuelto en otro paliacate
igual al que llevaba en el cuello, sacó un paquete de tabaco y las
hojas de maíz, dejo a un lado el tabaco, extrajo una de las hojas,
le pasó la lengua para humedecerla, tomó una porción
del paquete y lo repartió a lo largo de la hoja, lo enrolló
apretando en los extremos de la hoja quedando un cigarro de
fabricación rustica, sacó la caja de cerrillos de la otra
bolsa de la camisa, la sacudió para comprobar el contenido, extrajo
uno y lo paso por uno de los costados, el cerrillo comenzó a
encenderse, prendió el cigarro y dio una larga fumada,
suspiró y comenzó a decir:
-No cabe duda: es cierto lo que decía mi Amá, ¡no
somos nada! Nomas tierrita, cuando íbamos el miércoles de
ceniza a la capillita de Belén, aquí por la presa, cuando el
señor cura nos ponía la ceniza y decía: “polvo eres y
en polvo te convertirás” ¡eh! Mire nomas, estos pelaos tan
bravos que se veían, con sus carabinas echándonos bala, hasta
pareciera que nos iban a tragar y mírelos, tal parecen trapos,
ahí tiraos, agujeraos, pos ¿honde tanta bravura? Nomas hace
ratito que nos querían tragar y hora nomas tan quietecitos y ya
hasta hieden.
Don Francisco López Márquez, ex seminarista avecindado en
Buenavista y; hombre inteligente, preparado, amante de la filosofía
y entregado con reservas a la fe cristiana, amigo inseparable y consejero
de Victoriano Ramírez “el 14” siempre puntual en sus comentarios
dijo:
-En estos momentos Victoriano en que la vida te confronta con tus miedos y
te enfrenta con la realidad, me pregunto; Dios, ese Dios de amor del que
habla la biblia; ¿realmente querrá tanta sangre? O
¿solamente somos títeres de intereses mundanos?
El silencio se hizo entre los dos; mientras el viento silbaba, tal
pareciera que el universo lamentaba aquella masacre.
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