Ese día se levantó sin necesidad del despertador. El reloj marcaba las 6:40 a.m.

El sol comenzaba a iluminar la ciudad y se lograba internar por los pequeños orificios que tienen las cortinas de su habitación.

Con pocas ganas de comenzar su día, se dirigió a la cocina y se sirvió en una taza un poco de café. Agregó cuatro cucharadas de azúcar y un chorro de leche descremada que llevaba unos cuantos días en el refrigerador.

Regreso a su cuarto y se recostó en la cama. Encendió el televisor y puso el canal del noticiero matutino.

Allí hablaban de un asesinato múltiple consumado la noche anterior. Decían que una mujer de unos veinte a veinticinco años, mató a 5 hombres de no más de treinta. Todos estaban reunidos en una misma habitación.

Comentaban que habían encontrado los cuerpos desnudos con unas cartas dirigidas a cada uno de ellos, en las que se explicaban las razones por las cuales se realizó el asesinato.

“Te amaba de una manera indescriptible…empero, tú a mí no. Así que por eso decido matarte t encontrarnos en el infierno.”

Junto a los cuerpos había un puñal y un charco de sangre…probablemente de alguno de ellos…o tal vez un poco de cada uno.

“Prometiste nunca irte, nunca dejarme…y lo hiciste. Ahora pagarás por las mentiras.”

Encontraron también un par de botellas de whisky y unas cuantas cajetillas de cigarros vacías.

“Yo no quería estar contigo, pero el hecho de que me dijeras que si no me quedaba junto a ti, morirías, me obligó a estar a tu lado.”

Las escenas que en la televisión transmitían eran muy perturbadoras y algo sádicas.

Fara apagó el televisor. La cruda de la noche anterior era muy fuerte. Decidió darse un baño y quitarse los restos de sangre que tenía en su cuerpo y el olor a 5 muertos que en su piel quedó impregnado.