El poeta en la ciudad lloró de pena vertiendo lágrimas de tinta al mar y su pluma gimió por navegar. ¡Cuántos mares surcó desde la arena! En silencio murió su voz terrena, un puerto gaditano fue su hogar, quedan sus letras en el salinar y sus cenizas en la mar serena. Zarpó desde los versos de un papel oteando el horizonte muy atento marinero al timón de su bajel. El mar. La mar. Al escucharla aun siento cual cantos de sirena a Rafael Alberti con su blusa inflada al viento.
Texto agregado el 27-05-2010, y leído por 217 visitantes. (5 votos)