Hoy los recuerdos flotan sin medidas, el cielo luce tan celeste que dan ganas de bañarse en el, ya sé que mi intención no es viable, pero no importa, no cejare.
Mientras escribo con sigilo, veo la noche cubrir la humedad que ya no flota sobre aquellos pinos,
está metida entre ese rosal.
Es increíble lo que cuesta todo, no hablo de lo material, solo me fijo en lo infinito que veremos al despuntar el mal.
Es caso perdido, divagar entre la silla, mi mesa y ordenador, pero ansió un mejor espacio donde crear, sin que me aturda la voz.
Esa voz incierta y tremebunda que habla todo el tiempo sin parar, no puedo tejer, ni hilar mi aura, estoy inmersa en la soledad.
Mañana quien sabe pueda, yo saber que haces tú detrás de la pantalla, es que la luz escasea por aquí y no te veo.
Mañana seremos iguales, tomaremos el desayudo despacito como si fuera un chocolate prohibido.
Mañana saldremos de la cama disparados para sacarles fotos a la luna, antes de que salga el rey.
No sé bien que quiero decirles, pero intuyo que es un noche más de espera, un día que se fue, un mañana que espero y deseo, si dios me concede la gracia, estaré allí mirando nuevamente el horizonte, la línea clara del cielo azul, soñando que podré escribirle a mi huésped para que pueda marcharse sin quejas, quizás, también hare una maleta con sus pertenencias, y al fin se aleje para siempre dejando este pequeño jardín del edén.
MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI.
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