Fragmento del diario del Primer Teniente Kyev Molodrew, piloto del escuadrón de Fenix, parte de la flota de cazas del crucero espacial Vengador.
Llevo aproximadamente dos años desde que terminé mi entrenamiento y tuve mi “bautizo del fuego” en un combate espacial. Conté con la suerte de que mi primer servicio ( el cual he mantenido hasta el día de hoy) justamente fue en el crucero Vengador y que mi escuadrón sean justamente los Fenix.
Un escuadrón elitista, con los mejores pilotos que se puedan encontrar y además con un gran sentido de la camaradería, a veces estos chicos dan miedo por el nivel de unión que tienen entre si.
Nuestra guerra en contra de los Piratas espaciales ha sido una de las más duras que nuestro planeta haya tenido que resistir, primero por un lado porque no estamos acostumbrados a enfrentarnos a un enemigo tan bien armado, además de que nuestro concepto de piratas nunca fue más que simples forajidos.
Sin embargo este ejército renegado (no hay ningún gobierno interestelar que los apoye, al menos oficialmente), nos ha dado bastantes problemas, desde su primera incursión en el Sistema Solar hace tres años ya.
Tuvimos muchas bajas en aquel entonces, sin embargo con el pasar de los años fuimos mejorando nuestras técnicas y claro el mejoramiento de los cazas que llegaron posteriormente, gracias al apoyo de los Techné (raza altamente avanzada en cuanto a tecnología se refiere) nos permitió al menos recuperar nuestro propio sistema.
Esos dos años, han sido para mí una gran suerte, he visto morir a muy buenos pilotos, incluyendo al buen capitán Álvarez. Vi como su nave quedó borrada por una esfera de fuego incandescente que simplemente duró unos segundos, después nada más que algunos pedazos del metal fundido que fueron parte de su nave.
Sin embargo fui siempre uno de los pocos con suerte, nunca me habían derribado, ni siquiera daño suficiente como para justificar una eyección de mi caza. A pesar de que en muchas ocasiones nuestras misiones eran de las más difíciles, principalmente cuando combates contra un enemigo que cuenta con buenos pilotos, que además no piensan como un ser humano, además de naves más resistentes.
Pero uno de estos días, justamente en un campo de asteroides, tuvimos un ataque, el escuadrón se desplegó como siempre, sabíamos de memoria las tácticas a recurrir en la refriega. Recuerda el mensaje de siempre “Los pilotos no piensan, actúan”, siempre refiriéndose a que los pilotos nos debemos a los reflejos que tenemos.
Y ese día se me ocurrió justamente violar ese código. Mi confiable “Talon” (Así es como llamo a mí caza) tuvo problemas mecánicos, los cuales ahondaron mis problemas, mi concentración se perdió y lo único que logré capturar fue un disparo certero, Cuando dejé de revisar mis sensores sólo vi de frente una roca, la cual impactó contra el fuselaje de mi nave, los propulsores dejaron de funcionar, y como otra más de las piedras que adornaban el lugar, quedé yo.
Fortuna mía, mis compañeros habían logrado eliminar la amenaza a mi alrededor, y una de las pilotos compañeras estaba constantemente enviándome mensajes, la pobre sentía responsabilidad ante lo que era mi culpa.
Afortunadamente pude retornar por mi cuenta al crucero madre, sin embargo los daños sufridos eran serios y la dejarían fuera de comisión unas dos semanas. Como demonios fui a ser tan irresponsable, era lo que constantemente pensaba, mis camaradas me consolaban diciendo que a todos les pasaba, sin embargo, yo me había sentido soberbio, durante dos años ningún accidente y luego esto. Me trajo de nuevo a la tierra.
Pasé los dos siguientes días en chequeos médicos, afortunadamente ninguna lesión había sufrido, sin embargo el golpe psicológico si quedó. Pero cuando salía de la última revisión, vi que nuestro líder de escuadrón estaba a las afueras de la enfermería, me dijo que si podía hablar con él. Después de comentarme lo que la demás gente me había dicho, me ofreció su propio caza, para volar la siguiente misión.
El caza de mi líder, pintado hermosamente de un gris brillante, sus cañones láser dobles sobresalían de su triangular figura, la cabina de la nave era de un azul que era capaz de reflejar los rayos ultravioletas del sol. La nave estaba en impecables condiciones y claro sentir que esta ahora estaría bajo mi responsabilidad, me daba nervios después de lo acontecido.
Sin embargo él simplemente me dio una palmada en la espalda y sonriéndome me dijo que no me preocupara por nada. Claro era más fácil decirlo que hacerlo. Cuando entramos en misión nuevamente, el nerviosismo al sentarme de nuevo dentro de la cabina, mis manos sudaban y lo único que pasaba por mi mente era la imagen del choque. Una vez más la salida a velocidad del crucero madre, una batalla más, dudas en mi mente.
De nuevo observábamos al enemigo, sus naves delgadas y con tres cañones, un diseño bastante ofensivo aunque frágil también tenían potencia de artillería, cuando vi sus primeros trazos lumínicos pasar a la par mía, de nuevo el instinto salió, los pensamientos cedieron su dominio para que los simples reflejos realizaran el trabajo más difícil, mantener la vida propia. Con ninguna baja hemos retornado y de nuevo lo que vi fue la sonrisa del buen Armand que decía a través de la red de comunicación: “Ves que si eres buen piloto, pero más aún un humano capaz de cometer errores, ahora tienes de nuevo tu confianza, ya verás lo hermosa que quedará tu Talon”.
Definitivamente ahora mi impaciencia es por volverla a ver totalmente reparada...
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