Almas adultas infantilizadas por el roce del amor, dejan atrás la conciencia crecida y obediente para caer en la locura del corazón, que sienten. Ojos amplios de brillo lloroso son la gota que muestra un corazón despertado, abierto éste a sufrir por ser mayor el querer que vigorosamente se fortalece ante cualquier temor. Ese suspiro encontrado en los labios del ser elegido que recoge el aliento de un alma deseada. Fino es el hilo que de separados los mantiene unidos, juntos en pensamiento, en corazón y sentimiento, quedan presos de una obsesión que en su mente se asienta. Y en la hora de la noche, el minuto de la mañana y tras cualquier pensamiento aparece nada tímido el recuerdo del ser que su corazón se llevo preso. En el interior se empieza a crear un hueco para que el otro empiece a tomar asiento, con el deseo que algún día esa cercanía no solo sea silenciosa, y distante, sino gritada y cercana. Llega el amor acompañado de esperanza, fe, alegría, miedo, pena, temor, como un volcán de sentimientos disparatados sacude el alma, el corazón, la mente. Y queda el ser antes solitario partido en dos aún cuando todavía sigue siendo uno...
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